Cuando distinguimos aquello que nos controla en la vida,
muchas veces lo vemos como si se tratase de un enemigo, cuando la realidad es
que cada experiencia que se nos presenta se materializa en nuestras vidas para
dejarnos una lección.
En este caso puntual, lo primero es reconocer que no
tenemos el poder sobre algo que normalmente solo debería estar bajo nuestro
control. Muchas son las ocasiones en las cuales el control se lo cedemos a
alguien más o a una circunstancia, bien sea porque no nos sentimos capaces,
porque no queremos asumir una responsabilidad, porque nos parece más cómodo o
por miedos de múltiples índoles.
Lo que juega en este caso un papel preponderante es
nuestra mente, que a partir de la información con la cual la hemos cargado, nos
hace sentir que la mejor opción, aun generándonos incomodidad, es delegar el
control, por lo que tenemos que aprender a cómo retomar las riendas y ello
comienza haciéndonos conscientes de nuestro alcance.
Para ello podemos repasar
algunos puntos:
Las limitaciones solo están en nuestra mente: Solemos
utilizar millones de excusas cuando algo nos intimida o tiene la potencialidad
de sacarnos de nuestra zona de confort, permitiendo muchas veces que nuestros
miedos tomen el control de nuestras vidas y decidan por nosotros.
Somos capaces de lo que creamos que podemos hacer:
Debemos revisar siempre cuáles son los parámetros bajo los cuales nos definimos
a nosotros mismos, si nos creemos capaces, lo seremos, si pensamos que no nos
merecemos algo o que no tenemos los recursos necesarios para alcanzarlo, que
nos quedamos cortos, pues los resultados que obtengamos estarán directamente
asociados a estas creencias.
No necesitamos de nadie: Algunas veces el control de
muchos aspectos de nuestra vida está altamente influenciado por otras personas
a las que creemos necesitar, con las cuales hemos generado algún tipo de
dependencia, perdiendo la posibilidad de tomar decisiones propias. La realidad
es que no necesitamos de nadie, estamos plenos y tenemos todo lo necesario para
asumir firmemente nuestra vida de forma individual.
Una posición de víctima no resulta ventajosa: Consciente
o inconscientemente podemos manipular a otros, haciéndolos sentir culpa o
lástima, asumiendo que a través de esa conducta estamos manejando una
situación, pero dejando de lado que nos estamos valiendo de recursos que de
igual manera nos esclavizan y nos alejan de las mejores decisiones que podamos
tomar.
La ansiedad y la depresión son producto de heridas no
sanadas: Las personas que sufren de depresión o de ansiedad, tienen poco
control sobre sus vidas, lo cual no las hace sentir bien, pero no logran
entender que deben sanar sus heridas para liberarse, perdonar, dejar ir y
aceptar son los mejores antídotos para este mal.
Sea cual sea la manera que hemos podido perder el control
sobre nuestras vidas, ella solo nos está abriendo la posibilidad de conocernos,
de entender la situación y de retomar el timón de nuestro barco. Ver de frente
a los problemas, a las limitaciones, a quienes nos afectan y especialmente a
nuestra mente y poder decirles: te he identificado y no te daré la oportunidad
de controlar mi vida nunca más, pero gracias por la oportunidad de retomar el
control de mi vida, es sin duda uno de las mayores muestras de entendimiento de
la vida y de evolución consciente.
Este articulo fue realizado gracias a rincondeltibet.com Si deseas seguir leyendo artículos de tu interés sigue explorando el sitio.
Comentarios
Publicar un comentario