Muchas veces nuestro centro lo ubicamos en un sitio
externo a nosotros mismos, trayendo como consecuencia que podamos amar más a
otra persona que a nosotros mismos. Inclusive hay quienes piensan que amarse a
sí mismo por encima de lo que podemos sentir por otros, no es más que egoísmo.
Sin embargo, para pensar en darlo todo por otra persona
primero debemos poder hacer lo mismo por nosotros, sin remordimiento, porque
allí está nuestra fuente de amor y solo cuando sabemos amarnos y respetarnos es
que podemos contemplar la idea de poderle brindar amor verdadero a otra
persona.
Los vínculos que generalmente desarrollamos no son
precisamente de amor, son de dependencia, de satisfacción de necesidades, de
cómo me hace sentir el amar a otra persona, pero acá si lo hacemos desde el
lado equivocado, desde nuestro ego, que corresponde a esa parte de nuestra
mente que se esmera por protagonizar y que no da sin esperar recibir algo a
cambio, sin pasar factura por lo otorgado.
Solemos amarnos
a nosotros mismos en el otro, pero no al otro por sí mismo―Valérie Tasso
El amor real es incondicional, ni siquiera depende de si
estamos o no unidos físicamente a una persona, si mantenemos una relación
activa. El amor real considera la felicidad del otro, nos hace creadores de
oportunidades para hacer la vida de la otra persona al menos un poco más feliz,
así sea a través de nuestros pensamientos, oraciones o presencia en nuestros
corazones.
Para poder sentir ese tipo de amor por alguien, sin condiciones,
debemos primero amarnos a nosotros mismos, cosa que no todos sabemos poner en
práctica. Acá te dejamos algunos indicadores para que diagnostiques tu amor
propio:
- Aceptación: Debemos aceptarnos tal y como somos, con nuestras virtudes y nuestras oportunidades de mejora, siendo lo suficientemente humildes para reconocer el brillo en el otro sin sentirnos opacados.
- Creencia en nosotros mismos: Todo lo que manifestamos en nuestra vida, positivo o negativo, viene como consecuencia de qué creemos merecer, de qué nos sentimos capaces, de saber que si bien estamos en proceso de aprendizaje constante, estamos dando de nosotros lo mejor.
- Dedicación de tiempo: Es crucial reservar tiempo para nosotros, para consentirnos, para hacer lo que nos gusta, para reconocernos y conectarnos a lo que somos.
- Ser auténticos: Esto requiere de una autoestima muy elevada, capaz de poner en un segundo plano lo que piensen los demás, con tal de manifestarnos como realmente somos, sin miedo al rechazo o a los juicios de valor.
- Considerarnos valiosos: Muchas veces somos los nosotros mismos los que no sabemos darnos el valor que nos corresponde, haciéndonos pasar por menos, sintiéndonos inferiores a otros. Solo nosotros podemos darnos valor y los demás actuarán en consecuencia.
- Cuidarnos: Desde nuestro cuerpo, hasta nuestra alma, debemos darnos el cuidado necesario, prestando atención a lo que demandamos y tener la mayor disposición en proveérnoslo.
Aprendamos a amarnos y veamos cómo el amor se activa a
nuestro alrededor, cómo comenzamos a atraer a nuestras vidas lo que está en
sintonía con lo que nos damos a nosotros mismos, sin tener que sacrificarnos,
sufrir o sentirnos explotados por amor.
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