La pobreza es en realidad el gran mal de la sociedad
humana. Vivimos en un planeta que podría ser un vergel perfecto, pues tiene
recursos de sobra para todos. Sin embargo, gran parte de la riqueza se reparte
entre unos pocos. Lo más triste es que esta distribución de recursos afecta
incluso al desarrollo cerebral infantil.
Según los datos publicados, un 1% de la población mundial
atesora tanta riqueza como el 80% de personas del planeta. Si atendemos a
Rafael Chirbes, “el único mal terrorífico y la única enfermedad de verdad es la
pobreza”. Así que podríamos llegar a afirmar que vivimos en un mundo enfermo
donde los principales damnificados son nuestros niños.
La pobreza afecta al desarrollo cerebral infantil
Una de las mentes más lúcidas de la ciencia actual, Neil
deGrasse Tyson, dijo que “quizás el próximo Einstein se está muriendo de hambre
en Etiopía”. Pero es algo que nunca sabremos porque los niños que nacen en
condiciones de pobreza extrema sufren alteraciones importantes en su desarrollo
cognitivo.
Al menos, así lo afirma un nuevo estudio publicado en la
prestigiosa revista pediátrica JAMA Pediatrics. En el mismo se han comparado
resonancias magnéticas de niños nacidos en diversos ámbitos de poder
adquisitivo. El resultado es muy claro y poco alentador. En el cerebro de los
niños nacidos en hogares pobres se encuentra hasta un 10% menos de materia
gris. Sin embargo, en los chicos de entornos más adinerados, no se encuentra
esta disminución.
La pobreza, una lacra histórica
Más allá de crisis económicas, la pobreza ha sido una
lacra a lo largo de la historia humana. Así pues, muchos estudios se han
centrado en investigar los efectos que esta situación social provocan en los
individuos. De hecho, se considera que hay una relación directa con la
drogadicción, el alcoholismo, la prostitución, la delincuencia, etc.
Obviamente, se considera que el ser humano trata de
sobrevivir de forma instintiva. De ahí que busque cualquier medio para ganarse
la vida, por poco legal que sea. Sin embargo, esta no es más que la punta del
iceberg.
La pobreza incide directamente en el sufrimiento
emocional intenso que sufre el cerebro humano. Crea una conciencia de abandono
y olvido, lo que le lleva a las personas que la padecen a sentirse despreciados
por el sistema, conducta que se vuelve recíproca, por lo que la empatía entre
personas con recursos y personas sin ellos es más difícil.
Otros efectos de la pobreza en el desarrollo cerebral
infantil
Por si no fuera poco, el estudio publicado muestra más
efectos negativos de la pobreza en el desarrollo cerebral de los niños. Así, la
pobreza condiciona de manera negativa el rendimiento escolar de los niños que
viven en ella. En las diferentes pruebas de inteligencia, rara vez alcanzan
resultados similares a los obtenidos por los niños que no viven en situación de
precariedad.
Pero más allá del rendimiento académico, los efectos
físicos en el cerebro son devastadores. Al reducir la cantidad de materia gris
hasta en un 10%, es más fácil que los niños muestren conductas erráticas, más
impulsivas y desarrollen una actitud antisocial que se manifieste en
comportamientos de la misma naturaleza.
Como es lógico, esta situación fomenta la desigualdad y
agranda la brecha entre chicos nacidos en familias con recursos económicos y
aquellos que no han tenido esa suerte. La vida les coloca en una mala
situación, pero además todas fuerzas sociales que les rodean hacen de
resistencia frente a muchas de las iniciativas de crecimiento que tienen.
Conclusiones del estudio
Como es lógico, los investigadores, encabezados por
Elizabeth Sowell, del Hospital Infantil de Los Ángeles, resaltan la necesidad
de atajar esta situación lo antes posible. El hecho de tener una evidencia
científica como esta requiere una intervención temprana para paliar el daño que
se están haciendo a millones de chicos en todo el mundo.
Los datos aportados por el estudio se obtuvieron entre
2001 y 2007 analizando a 389 niños norteamericanos entre los 4 y los 22 años.
En todos aquellos pequeños nacidos en familias pobres se detectaron mermas de
materia gris en el lóbulo frontal, el hipocampo y el lóbulo temporal.
Si esta situación es así para niños norteamericanos, ¿qué
podemos decir de los pequeños nacidos en familias en países como Etiopía,
Somalia o Sri Lanka, por ejemplo? Su situación, al fin y al cabo, es mucho más
extrema y dramática.
Es obvio que la pobreza es una situación de crisis
humanitaria que ya dura demasiado tiempo. A los efectos negativos en el
desarrollo cerebral infantil se suman los problemas sociales. Ya es hora de que
dejemos de dar la espalda y comencemos a hacer algo por nuestros niños. Ellos
representan una de nuestras mayores esperanzas y no se merecen que nadie eche
tierra encima de sus futuros, unos futuros que también son en parte los
nuestros.
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Esta es una de las injusticias mas grade, ella contribuye al surgimiento de la delincuencia y la perdida de recursos humanos valiosos. Es injusticia y estupidez.
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