El sol de la mañana irradia su calor en mi piel. Sólo estoy
yo en este lugar donde las suaves olas acarician mis pies y la arena dorada se
extiende por kilómetros, intacta en suave luz y silencio al amanecer. Una vez,
me hubiera deleitado en un momento como este. Mis ojos azules esperanzadores
habrían recogido todos los remanentes de la escena ante mí, mi corazón incapaz
de hacer nada más que abrirse de par en par al deleite de todo. Pero hoy, la
belleza me impacienta. Justo como ayer. Como he estado todos los días por más
tiempo de lo que me importa recordar. Donde la belleza habría empapado una vez
en mis huesos y renovado mi alma, ya no me alcanza.
IMAGEN: ESKI PAPER |
Soy intocable. Esta es la secuela del trauma; la forma en que
me ha cambiado, me ha roto. Mi vida ahora existe detrás de un cristal. Veo el
mundo a mi alrededor, pero está apagado, apagado. Había una vez que me sentía
demasiado, ahora me siento muy poco, si es que nada. Las emociones me abruman,
no soy capaz de procesarlos más. Detrás del cristal estoy protegido del ataque
de ellos. Yo los observo. Pero no estoy listo para sentirlos. Aún no. Trato de
oír las palabras que mi corazón solía hablar, pero me eluden. Mi corazón
permanece en silencio, al igual que mi mente, ambos desgastados de la lucha,
soldados leales que pasaron demasiado tiempo en la línea de frente y ya no
tienen la voluntad de perseverar. "Coraje, querido corazón", digo,
pero mi corazón no está dispuesto a escuchar. No está listo para confiar. No
está listo para una vez más creer que el mundo es bueno, la gente es buena. En
ausencia de su voz, sólo escucho el leve murmullo de latidos desconectados.
Aunque no estoy muerto, estoy todo menos vivo. Desorientado,
no encuentro descanso en los espacios que mi presencia una vez llenó. Estoy
retirado. No confío en nadie, no dejo que nadie se acerque a mí en la noche,
cuando el silencio llega a ser tan espantosamente fuerte que no puedo
soportarlo. He olvidado cómo crear, porque mi creatividad fue alimentada por la
belleza. Y mientras la belleza ya no me toca, tampoco puede surgir la
creatividad. Mi página está llena de garabatos y garabatos, palabras inútiles
sin corazón ni significado, líneas enfadadas dibujadas con palabras aún más
enojadas.
Estoy agotado pero nunca duermo, en cambio atrapado en esta
amarga paradoja que sólo exacerba mi incapacidad para funcionar. Estoy
preocupado por pensamientos que carecen de claridad, distraídos por temores que
carecen de certeza. Trauma. La respuesta emocional a un evento extremadamente
negativo. El trauma no tiene reglas. Atrapamos nuestro camino a través de la
oscuridad y alcanzamos todo lo que podamos para estabilizarnos. No podemos
apresurar el trabajo de la curación. No podemos precipitar nuestros corazones
para encontrar su valor una vez más.
Por ahora, la vida detrás del cristal es donde no puedo ser
tocado, herido, roto. Es donde observo el mundo con ojos cautelosos hasta que
llega el día en que me siento seguro una vez más de existir dentro de él. Y ese
día saldré de detrás del cristal. El sol calentará mis miembros cansados y la
belleza pastará mi alma tentativa. Y en ese momento, sabré que la curación ha
comenzado.
Escrito por Paola Céspedes de Hoy Aprendí.
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