Al principio parece que todos los niños están enamorados
del agua. A los bebés les encanta chapotear entre agua y espuma, algunos
incluso lloran cuando los sacan de la tina porque quieren permanecer más tiempo
ahí, pero esa especie de romance con el agua no dura para siempre, pues debes
saber es que posible que llegue una etapa en la que la situación se reverse y
el niño no quiera entrar al baño y de nuevo llorará, pero porque no quiere se
bañar.
Llega la hora del baño, llamas a tu hijo y no responde de
manera favorable, entonces comienza el calvario. Y cuando la escena se vuelve
cotidiana surgen las preguntas: ¿Qué le pasa? ¿Por qué ha cambiado de actitud,
si hasta hace poco disfrutaba jugando en la bañera? En general, este rechazo
del pequeño al agua puede deberse a varios motivos.
Puede que sin saberlo, tu hijo haya vivido una mala
experiencia en la bañera que poco a poco le hizo crear rechazo o miedo. Quizá
se haya resbalado o golpeado alguna vez, o puede que le haya entrado espuma en
un ojo por mucho tiempo, o que el agua hubiera estado demasiado fría o muy
caliente… Cualquiera de esas circunstancias puede contribuir a que se haya
creado la idea de que el baño es algo desagradable.
Otro motivo muy común es que tenga miedo a irse por el
desagüe y lo más seguro es que si lo comente, todos los adultos se reirán de
él, cosa que no deben hacer, ya que es un temor común entre los niños de uno y
dos años de edad. Trata de comprender que es un niño y su imaginación no tiene
límites, ellos lo creen todo posible. Además si lo vio o lo escucho en alguna
parte, él lo creerá posible.
Reafirmar su personalidad a veces implicar decir: No me
quiero bañar
También existe un período en el que el niño quiere
afirmar su personalidad y entra en la etapa del “no”, en la que trata de
hacerse respetar oponiéndose, por norma, a todo lo que le dicen los mayores, no
quiere que le pongan algún tipo ropa, no quiere dormir siestas y tampoco se
quiere ir a bañar.
No hay que obligarlo a meterse en la bañera si no quiere,
esto solo empeorará el panorama a la hora del baño. Intenta más bien hacerlo
cuando le notes relajado y receptivo. Si cuando te ve con intención de bañarlo
empieza a ponerse nervioso, hazlo en seco, fuera de la bañera, con una manopla
humedecida en agua y jabón y otra solo en agua. Cuando lo veas más confiado,
proponle meter las piernas en un tobo grande con agua. Lo más seguro es que la
idea le encantará.
Una vez que esta actividad le resulte cotidiana y
placentera, coloca el tobo dentro del baño. Y unos días después, proponle a tu
hijo que pruebe a salirse del tobo y que se meta en la bañera o regadera. A fin
de evitar inconvenientes, coloca tapetes antideslizantes en el suelo de la
bañera y asegúrate de que el agua esté templada y para que no tenga ningún
miedo, trae sus juguetes.
Si hay que lavarle el pelo, muéstrate muy segura de lo
que vas a hacer, esta tarea ya la conoces muy bien. Pero si, aun así, el niño
no se siente seguro ponle una visera de baño que te permita lavarle la cabeza
sin riesgo de mojarle la cara o úntale vaselina en las cejas, esto hará que el
agua resbale hacia fuera y no le caerá en los ojos.
No lo obligues, eso te traerá el efecto contrario
También a esta edad que va desde los 2 años en adelante,
el niño puede tener otros motivos para no querer bañarse. Recordemos que aparte
de querer afirmar su personalidad, en esta etapa comienzan los primeros
indicios de pudor y la resistencia al baño. Eso puede no ser más que una
demanda de autonomía, querer demostrar que ya no es un bebé y puede bañarse
solo.
Impedírselo no es recomendable, será coartar su
desarrollo y ganas de empezar a ser independiente. Claro, con 2 años no será
capaz de asearse completamente él solo, pero si tu hijo tiene 4 o 5 años ya
puede ser capaz de hacerlo por sí mismo.
Ayúdale solo si lo necesita y no lo pierdas de vista,
mantente alerta y especialmente si está en la bañera, eso sí, intenta favorecer
su independencia si muestra interés por hacerlo solo, al final es una tarea que
tarde o temprano dejarás de hacer y que le competerá solo a él.
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