Siempre te lleva la contraria, se empeña en salirse con la
suya, protesta por todo... Si tu hijo muestra este tipo de actitudes a menudo,
conviene que sepas cómo debes responder a ellas.
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IMAGEN: DEVIAN ART |
A medida que los niños crecen, su proceso de desarrollo y
aprendizaje va cambiando. Y en medio de ese cambio, no es raro que pasen por
una época en la que se vuelven más rebeldes y protestones. Si al tuyo le está
ocurriendo y quieres conseguir que ésta sea solo una fase más (y pasajera) de
su desarrollo, puedes aplicar varias pautas.
Le pides que haga algo... y hace lo contrario
Esta actitud desafiante, normal entre los dos y los cuatro
años, es una manera de afianzar su independencia. Una idea que suele funcionar
es recurrir al humor, hacerle cosquillas... Con las risas olvidará sus deseos
de llevarte la contraria y hará lo que le habías pedido. Otra idea es cogerle
de la mano y explicarle con calma qué es lo que vas a hacer. Al no dejarle
opción, probablemente no protestará y lo hará sin planteárselo. Esto viene bien
en momentos puntuales, como a la hora de dormir, al salir de casa o al volver,
etc. Si aun así no obedece, no pierdas la calma pero mantente firme en lo que
le has pedido. Es importante que el niño crezca sabiendo que existen normas y
límites y que eres tú quien los marca. Una opción que suele funcionar a partir
de los 4 años es recurrir a la pausa obligada: apártale a un rincón del cuarto,
un minuto por cada año de edad. Así se tranquilizará (y tú te relajarás un
poco), se distraerá y probablemente luego le cueste menos obedecer. Y si no
funciona, puedes recurrir a la retirada de privilegios (por ejemplo, estar
menos rato en el parque). Pero recuerda que esto debe ser inmediato a su
actitud o no entenderá a qué viene.
Lo quiere todo al momento
¿Cuando te pide algo se enfada si no se lo das o no le
atiendes inmediatamente? En lugar de agobiarte, ten presente que saber esperar
hasta que los deseos se cumplan es algo que se aprende con la edad, pero
también con la práctica. Si quieres que vaya aprendiéndolo de forma natural y
sin discusiones innecesarias, de vez en cuando haz que espere un poco antes de
satisfacer sus necesidades. Por ejemplo, cuando te pida agua termina lo que
estabas haciendo antes de dársela. Eso sí, conviene que se lo digas (“cuando
termine de leer esta página del libro te la daré"). Si en ocasiones se
niega y coge una rabieta, reacciona con calma, demuéstrale que le has escuchado
y repítele que en cuanto puedas le atenderás. Poco a poco irá aprendiendo a
esperar sin enfadarse.
Se empeña en discutir
¿Tu hijo se empeña en discutir, pidiéndote una cosa y
cambiando de opinión una vez que se la has concedido? Estas conductas son
frecuentes e indican que está afianzando su “yo”, pero muchas veces ni siquiera
él mismo sabe lo que de verdad quiere. Para prevenir, lo mejor es que le
ofrezcas solo dos opciones y no te alteres si cambia de opinión. Piensa que
esto es algo transitorio (realmente lo es), y así te resultará más fácil
llevarlo mejor.
Siempre quiere salirse con la suya
La testarudez es un rasgo evolutivo normal que permite al
niño ir desarrollándose. Es lo que le ayuda a levantarse cuando se cae, a
superar obstáculos al empezar a caminar y a seguir practicando una habilidad
hasta que la domina. En otras palabras: tiene su lado positivo. Pero es
importante que descubra que él no tiene la última palabra. En algunas ocasiones
puedes darle opciones, de modo que tú controles la situación mientras él cree
que “decide”. Por ejemplo: cuando le vistes, le dejas elegir entre el pantalón
verde o el azul. Así irá aprendiendo que tiene límites (hay solo dos opciones y
tiene que elegir una de ellas) y al mismo tiempo irá acostumbrándose a decidir.
Eso sí, cuando no haya más que una opción posible, mantente firme para que
tenga claro que tú eres quien decide.
Escrito por Paola Céspedes de Hoy Aprendí.
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