La realidad debería ir entre comillas

¿Cómo sabemos lo que es real? Solemos pensar que nuestra percepción del mundo es mucho más completa de lo que es en realidad. Sentimos que registramos lo que pasa a nuestro alrededor al igual que una cámara de vídeo, pero nuestra manera de procesar la información que capturamos a través de nuestros sentidos es mucho más compleja y también tiene más filtros.
Estudios recientes de Kia Nobre, neurocientífica especialista en analizar y medir el funcionamiento del cerebro, nos desvelan que no cabe duda de que la realidad es distinta de cómo la vemos. Estos estudios de neuroimagen han revelado que solo elegimos aquella parte del mundo que nos resulta relevante, la conservamos en la memoria y este procesamiento parcial distorsiona a su vez nuestra forma de percibir el mundo.

Existe una realidad ahí fuera, nosotros no interactuamos con ella. La única realidad con la que convivimos de verdad es una simulación creada por nuestro cerebro que a veces coincide con lo real y a veces no. Nuestras creencias no están hechas de realidades, sino más bien es nuestra realidad la que está hecha de nuestras creencias.
La realidad tiene tantas perspectivas como personas que la sienten
Nuestro cerebro no es un simple recipiente que almacena cosas y ordena toda la información que le llega, sino que no cesa de hacer predicciones, proyecciones, y lo hace generando expectativas. Además, tiene una tendencia especial a hacerlo con elementos que son relevantes para nosotros.

Nuestra percepción de cómo vemos el mundo (metapercepción) está limitada por las características de nuestro cerebro, quien se encarga de filtrar la realidad de lo que percibimos. Esta experiencia no es del todo fiable, y esto es algo a tener en cuenta cuando queramos tomar decisiones y no precipitarnos.


Nuestro cerebro es fácil de engañar ya que el procesamiento de la información lo hace sesgado por nuestros recuerdos, nuestra experiencia vital, la educación que hemos recibido, nuestra cultura y el entorno en el que nos hemos desarrollado. Todos estos factores influyen en cada persona tenga su propia percepción acerca de cómo son las cosas y cómo deben de ser.

Según un nuevo estudio publicado en Journal of Neuroscience, nuestro cerebro nos engaña y no es por otro motivo que por el complejo funcionamiento de nuestra memoria. La memoria está diseñada para cambiar, no reproducir los hechos, por lo que no somos testigos fidedignos.

De ahí, por ejemplo, cuando nos ha venido a la mente el recuerdo de haber sentido el amor a primera vista, no es sino el reflejo de esa edición. Nuestro cerebro nos engaña al proyectar nuestras emociones actuales al momento del pasado en que conocimos a esa persona a quien quisimos.
Cuando tus pensamientos no te dejan ver la realidad, no son pensamientos, son mentiras
La realidad es algo que cada uno percibe de manera diferente, dependiendo de nuestras expectativas, aprendizajes previos, creencias y estados emocionales. Desde que nacemos vamos configurando un mapa de la realidad y lo incorporamos a nuestro ser hasta tal punto que olvidamos que únicamente es una representación.

Pensar es como respirar, lo hacemos sin darnos cuenta. El problema viene cuando nos creemos todo lo que pensamos. Se estima que sólo alrededor del 20% de nuestros pensamientos llegan a hacerse realidad. Los acontecimientos no causan los problemas emocionales y de conducta que tienen las personas, sino que estos son causados por las creencias que subyacen a las interpretaciones.


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