Lo cierto es que este estado, sentimiento o condición
atraviesa de alguna manera la vida de todas las personas. El amor es una
necesidad psicológica profunda; incluso, va más allá, según lo evidencian
serias investigaciones científicas.
Tiene la función biológica de activar los sistemas de
recompensa del cerebro, a través de la acción fascinante de un neurotransmisor
llamado oxitocina. Estar enamorado actúa como un estímulo que desencadena la
sensación de bienestar, euforia y placer, insumos necesarios para el buen
funcionamiento emocional. (Además: El amor en los tiempos de internet y redes
sociales)
Pero que el amor dure y se mantenga en el tiempo es aún
más indescifrable. Lo que parece cierto es que es la mezcla de muchas cosas.
Este fenómeno emocional se va construyendo, lo vamos aprendiendo a lo largo de
nuestra existencia a través del compartir, el conocimiento, la comunicación y
otras habilidades como la comprensión, la flexibilidad, la empatía, el
optimismo o la gratitud
1. Superar la primera fase del enamoramiento
Una vez ha pasado la euforia emocional, que muchos ubican
entre 13 y 18 meses, establecer vínculos y pasar al amor verdadero es toda una
ciencia. Una clave es no quedarse instalado añorando la diversión, el regocijo
y el disfrute de la etapa de enamoramiento, que cambia a medida que se avanza
en la convivencia.
2. Tener en cuenta las necesidades del otro
El amor se da en la interacción y crece cuando se
comienza a entender, reconocer y aceptar la existencia de las necesidades de la
pareja. Cuando cada uno es capaz de salir de sí mismo para ponerse en los
zapatos del otro, la capacidad de amar podrá expandirse y hacer crecer la
relación.
3. Generar confianza
La capacidad para adherirse a la empresa del otro está en
sentir, expresar y actuar de tal manera que la pareja sepa que puede contar con
su apoyo en los tiempos importantes en la vida. Es poder decir “cualquier cosa
que te pase a ti también me pasa a mí”.
4. Ver en perspectiva los problemas y las dificultades
Aceptar creativamente los cambios de cada etapa, las
crisis que van apareciendo o los acontecimientos difíciles. Bajarles la
intensidad a los problemas y declarar “zonas libres de conflicto” para desligar
las tensiones de los buenos momentos son acciones efectivas que aumentan la
posibilidad de permanecer más tiempo juntos.
5. Disfrutar la cercanía física
Alguna vez leí que el secreto de una pareja feliz son 4
abrazos al día. Aunque un poco simplista, puede ser cierto. El amor se alimenta
también con la cercanía física, que implica la sexualidad, pero también, mil
expresiones que las parejas tienen para mostrar de diferentes maneras la
preferencia por el otro y la exclusividad que lo hace especial.
6. Aumentar la satisfacción
Con frecuencia escucho a las parejas decir que se sienten
más cerca del otro después de salir de viaje. Hacer algo diferente rompe la
rutina, amplía las posibilidades de disfrute, distrae de las preocupaciones
cotidianas y refuerza la idea de placer. Algunos, incluso, hablan de las
propiedades adictivas el amor, que en el buen sentido resulta ser muy positivo.
7. Poner en práctica habilidades de interacción
Cooperar con la pareja en lugar de competir, expresar
sentimientos amables, tiernos y considerados, escuchar para entender, respetar
la diferencia y trabajar para facilitar y promover el desarrollo de la pareja
son fundamentalmente importantes para las relaciones a largo plazo.
8. Alinear expectativas
Sincronizar lo que esperamos cuando decidimos vivir
juntos, con lo que va ocurriendo en el camino, lleva a encontrar afinidades.
Entre más similitudes tengamos mayores probabilidades de compartir y estar más
cerca.
9. Crear y mantener la fuerza de los rituales
Los rituales son una manera de transmitir y perpetuar el
amor. Las prácticas habituales que se realizan para recordar, disfrutar o
recrear situaciones amables, afectuosos y entrañables fortalecen los lazos de
unión en la pareja.
10. Cuidar el espacio personal
Dejar tiempo y espacio para que cada uno pueda seguir
teniendo satisfacción personal en aquellas áreas que no comparte con su pareja
permite que, dentro del marco de la relación, cada uno construya un proyecto de
vida propio. Lo que a su vez aumenta las posibilidades de compartir el proyecto
conjunto.
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