Algunas personas se caracterizan por ser muy hábiles a
través de sus palabras, logrando cautivarnos y hacernos sentir en las nubes por
períodos cortos de tiempo, para luego hacernos aterrizar de golpe a través de
sus acciones.
Si bien las palabras son de mucha importancia y por medio
de ellas podemos expresar los mejores sentimientos, nuestros proyectos,
nuestras ilusiones, todas ellas deben estar directamente relacionadas con
nuestras acciones para darles validez. En caso contrario no son más que sonidos
en los cuales dejamos paulatinamente de confiar, inclusive de escuchar.
Muchas veces resulta preferible que no nos digan nada de
manera verbal y los hechos muestren por sí solos las intenciones de quien los
ejecuta. Hablar es sencillo, prometer es fácil, decir lo que otra persona
quiere escuchar o ser muy creativos a nivel verbal no tiene mayor complicación,
pero actuar en consecuencia y armonía con esas palabras tiene otro nivel de
complejidad.
Los sentimientos se expresan de muchas maneras, a través
de un gesto, a través de una mirada, de una palabra, de una compañía, pero las
acciones asociadas a esos sentimientos son las que mayormente quedan grabadas
en el alma. El preocuparse por quien amamos, el cuidar, el atender, el estar
pendiente de los pequeños y grandes detalles, en facilitar la vida del otro en
lugar de amargársela, son muestras de afecto con mayor validez que cualquier
palabra.
Se necesita esfuerzo y disposición para hacer congruentes
las palabras y los hechos, no suena bien que te diga que te amo, mientras
atento de cualquier forma en contra de tu integridad, tu autoestima, intento
cortarte las alas, menospreciarte, limitarte y crear nexos de dependencia y
manipulación en lugar de lazos de cariño.
Suena cínico que una persona nos hable bonito, mientras
nos hace daño con sus actos, que pronuncie las palabras más dulces, mientras es
cruel, desleal, se comporta de manera injusta y nos llena la vida de problemas,
incertidumbres, preocupaciones y muchas veces hasta de lágrimas.
Aprendamos a ser congruentes en la vida a todo nivel, si
es con nuestros afectos más aún. Mantengamos la coherencia entre nuestras
palabras y cada acción que llevamos a cabo. Todo se complementa, así que
démosle a cada cosa su valor y entendemos que de nada sirven palabras dulces,
cuando le amargamos la vida a alguien o viceversa.
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