Una vez que nos han traicionado, es muy difícil que nos
permitamos volver a confiar en alguien. Aunque si caemos en esta actitud de estar
a la defensiva, también sufrimos, ya que creamos una muralla emocional tan
gigantesca que nos aleja de volver a sentir y entregarnos. Simplemente no es
justo que dejemos de confiar en alguien más por lo que nos ha sucedido en el
pasado. La confianza en realidad es un hermoso regalo que todos poseemos, es
nuestra habilidad para creer que las cosas van a suceder como queremos o mejor,
que nuestro vínculo tiene posibilidades.
IMAGEN: DEVIAN ART |
Al confiar en otras personas tenemos fé en ellas, confiamos
en que las decisiones que tomen van a ser respetuosas, amorosas y que esa
persona va a cuidarnos en el amplio sentido de la palabra. Queremos que nos
amen con honestidad. Cuando confiamos en nosotros confiamos en nuestras
capacidades, nuestras decisiones. Nos amamos, nos tomamos en cuenta y sobre
todo nos respetamos en nuestras necesidades, sin pasar a nadie por encima. Para
conducirnos en la vida, lo hacemos sobre la base de valores firmes e
integridad.
En esos momentos muy tristes cuando somos traicionados,
tendemos a culparnos, “nunca debí haber confiado en esta persona, cómo pude
haberme equivocado tanto, fue toda una gran pérdida de tiempo.” La realidad es
que nuestra naturaleza es muy amable en ese sentido, nosotros nacemos creyendo
en el otro, la desconfianza es algo que vamos aprendiendo con el tiempo. No hay
nada de malo en ser prudente, pero la desconfianza absoluta, el creer que ya
nos van a traicionar de antemano, solamente hace que encasillemos a los demás y
quizás nos perdamos de una excelente oportunidad para simplemente ser feliz
junto a alguien más.
Nosotros somos seres completos, los demás agregan alegría a
nuestra vida y está comprobado que tener vínculos positivos nos hacen sentir
muy bien. Pero nadie puede darte amor sino sabes amarte a ti primero y tampoco
nadie puede quitarte nada que ya poseas a nivel emocional, si te han
traicionado no eres menos, no tienen derecho a quitarte tu alegría ni tu
habilidad para confiar. Si alguien no actúa de acuerdo a tus expectativas no
quiere decir que seas un ingenuo, podemos sobrevivir a la decepción, en todo
caso, las malas experiencias que tenemos con los demás se pueden convertir en
experiencias de aprendizaje. No tenemos que culparnos por haber confiado en
alguien que no estuvo a la altura de la situación, en realidad tendríamos que
sentir pena por alguien que no sabe compartir saludablemente un vínculo e
intentar dejar ir a esta persona de nuestra vida, si ya ha demostrado que no
hay oportunidad de cambio genuina.
La confianza es vital para cualquier relación, no podemos
vincularnos con los demás desde la premisa de que nos van a traicionar. No es
justo que una persona que aparece en nuestra vida por primera vez, deba pagar
las consecuencias de nuestros monstruos del pasado. Ya con nuestra sabiduría
encima, intentando ser lo más objetivos posibles, podemos evaluar con más
facilidad las intenciones de los demás. Cuidémonos, pero no desde la paranoia
total. Tal vez esta nueva persona pueda sorprendernos si tan sólo se lo
permitimos.
Aprendamos a reconocer a las personas confiables. Seamos
observadores, pensemos cómo esa persona trata a los demás, pensemos si su
manera de ser cambia cuando está en público. Al comenzar un nuevo vínculo en
cualquier ámbito, tenemos que ser cuidadosos y no entregarnos 100% de
inmediato, vayamos evaluando el terreno con cautela. Compartiremos detalles sin
importancia de nuestra vida y esperaremos a ver cómo reacciona, ¿es alguien que
le gusta repartir chismes, ha respetado nuestra privacidad? Si en pequeñas
cosas ya hay una falta de respeto, seguramente con situaciones más importantes
la traición estará presente.
Si nos han traicionado y estamos convencidos de que nos va
a volver a suceder, seguramente vamos a tener razón. Estaremos tan alertas que
cualquier señal inocente denunciará “una traición”, vamos a ver lo que queremos
ver. Estas actitudes van a agotarnos y también a la otra persona, que quizás
por despecho termine comportándose de la manera que tanto temíamos. Nosotros nos merecemos buenas relaciones, personas en
quienes podamos confiar plenamente, tenemos que saber que merecemos lo mejor.
Si somos honestos esperemos lo mismo de nuestros vínculos.
Jamás podremos controlar las acciones de los demás, pero sí
podemos controlar cómo vamos a responder a estas situaciones. No interesa si
nos han traicionado, eso no quiere decir que no seamos inteligentes, ni
capaces, ni buenos, simplemente caímos en las manos equivocadas por esperar lo
mejor del otro. No es tonto de nuestra parte esperar lo mejor, es que a veces
lamentablemente las cosas no resultan cómo uno las espera. Aprendamos a movernos por la vida con confianza en nosotros
mismos, siempre tratando de dar lo mejor, sabiéndonos merecedores de amor y
respeto, evitemos enojarnos por haber sido ingenuos con alguien, en realidad
poder confiar es una habilidad estupenda que no es justo que la perdamos por
situaciones que no fueron dignas de nosotros. Siempre existe alguien que vale
la pena, solamente tenemos que darle la oportunidad de que nos lo demuestren.
Escrito por Paola Céspedes de Hoy Aprendí.
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