Piensa en un cambio positivo que te apetezca realizar en
tu vida. ¿Qué pasaría si tomaras la decisión de ponerlo en marcha?
¿Te asustan los obstáculos que habrás de enfrentar?
Seguro que es más terrorífico lo que imaginas que la
propia realidad. Porque, una vez que estás inmerso en el cambio en sí, la situación
se torna más manejable. Y, ya que vas viendo llegar las ganancias, avanzas con
más convicción.
resisteEs el caso de estos cinco cambios que ponemos como
ejemplo.
¿Cuestan trabajo? A veces, mucho.
Pero es poco probable que te equivoques en tu decisión de
realizarlos.
El esfuerzo inicial suele verse compensado con creces.
A ver qué te parecen…
1. Adquirir los hábitos saludables más básicos
Cuando hagas del ejercicio físico un hábito, descubrirás
que te sientes mucho mejor (más fuerte, contento y saludable).
No lamentarás el esfuerzo invertido. Se te olvidarán esos
ratos en los que te costó levantarte de la cama o del sofá para poner tu cuerpo
en movimiento.
Tampoco lamentarás acostumbrarte a beber más agua, en
lugar de tomar gaseosas. No te arrepentirás de moderar tu consumo de alcohol.
Ni te pesará añadir a tu dieta más frutas y verduras, disminuyendo el consumo
de comida chatarra.
Toda decisión que tomes para ganar en salud es acertada.
En este sentido, cualquier cambio que realices, aunque sea pequeñito, es muy
positivo.
2. Construir relaciones sanas
El amor también es fuente de salud. La conexión con otros
es básica para estar bien.
Necesitas relaciones basadas en el respeto, en las que impere
la confianza. También, relaciones cercanas, donde los lazos son más estrechos.
Aunque cometas errores, éstos perderán importancia al
lado de las demás relaciones que has cultivado y que crecen saludables.
Del trabajo que inviertas en hacer que tus relaciones
sean fuertes y sanas, tampoco te arrepentirás.
3. Liberarte de una mala relación
Las buenas relaciones te llenan y te ayudan a crecer; las
malas, te vacían y hacen infeliz.
Muchas veces no es fácil romper las cadenas y liberarte
de una relación que te hace daño. Te da miedo lo desconocido. Te sientes
inseguro y sin fuerza.
Pero no lamentarás el día en el que cierres los ojos y
des el primer paso para alejarte.
Quizás te arrepientas en un primer momento, porque duele
despegarse de la costumbre. A largo plazo, seguro que no. Lo que te espera es
ganancia.
4. Comenzar con algo que te apasiona
Antes te arrepentirás de haber dejado pasar la
oportunidad de hacer algo que te gusta, que de intentarlo… aunque fracases.
Quizás te detengan la rutina, el pensar que es muy
difícil, el miedo a decepcionar a otros o a ti mismo, el tremendo esfuerzo que
supone… o que ya es demasiado tarde.
No, no es tarde. Si no es una actividad, será otra; si no
de una manera, de un modo diferente. Tú puedes encontrar “esa cosa” que te
motive, que te apasione y atreverte a ponerla en marcha.
Es poco probable que lamentes esa oportunidad que te das.
Y, si te sale bien, menos todavía.
5. Probar cosas nuevas
La vida es corta como para vivir haciendo de cada día un
clon del anterior. Qué desperdicio, cuando hay experiencias para todos los
gustos y de distintas envergaduras.
Pocas veces renegarás de haber conocido lugares
diferentes, de haber aprendido habilidades (por poco prácticas que te
parezcan), de desempolvar tu lado más creativo…
No te sientes más rico por las cosas materiales que
posees, sino por las experiencias que vives o has vivido.
Ya verás. Tampoco lamentarás convertirte en un explorador
de buenas experiencias.
Hay cambios positivos que cuestan más que teñirse el pelo
de un color bonito. Tienen su parte trabajosa, pero vale la pena el esfuerzo.
Que no te detengan el miedo o la inercia. Si quieres algo bueno, ¡a por ello!
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