Comencemos por darle
significado a “La Ley del Embudo”: Lo ancho para alguien y lo angosto para el
resto, así de sencillo. Quienes la aplican tienen un perfil que los hace pensar
solo en ellos, luego en ellos, luego en ellos… y quizás si queda algo de tiempo
y energías, pensar en los demás.
Es muy cierto que cada uno
de nosotros tiene la responsabilidad de velar por su bienestar, de hacer lo
necesario para sentirse cómodo, a gusto con su vida y con su entorno, pero
jamás podemos pretender que vamos solos por el mundo, Cuando interactuamos con
otras personas, que por lo general es lo que ocurre, debemos pensar no solo en
nuestro bienestar, sino en el de la mayoría de los involucrados.
Las personas que aplican “La
Ley del Embudo”, suelen ser altamente demandantes e injustas con los demás, son
especialistas exigiendo cosas que ni remotamente son capaces de dar, son
altamente susceptibles a las faltas de los otros y por lo general pretenden que
el mundo se adapte a ellos y a sus necesidades.
Carecen de capacidad
empática y siempre buscan oportunidad para sentirse víctimas de algo o alguien,
son capaces de reclamar lo que ellos hacen de manera natural e inclusive verlo
como una falta, pretendiendo que en ellos cierto tipo de acciones sean bien
vistas, mientras que con ojo agudo lo ven como una falta en quienes le rodean.
Por lo general suelen pasar
por cínicos, aunque muchas veces ellos mismos creen, de verdad aseguran, que
están siendo justos en sus tratos, evaluaciones y en su búsqueda de bienestar.
Mientras que aplican para los demás restricciones, limitaciones, demandas y
reclamos de lo que esperan de quienes le rodean.
Son altamente delicados,
todo lo toman personal y son especialistas en “voltear la tortilla” para que
quienes están en contacto con ellos se sientan culpables, se dobleguen o acepten
sus peticiones o distribuciones injustas de cargas y responsabilidades,
evidentemente haciendo uso de sus altos “dones” de manipulación.
Están bastante desubicados
en lo que significa una relación recíproca, por lo general demandan gran
reconocimiento, inclusive con bombas y platillos, preferiblemente con una placa
incluida, cuando realizan cualquier acción que medianamente demuestre
desinterés o que existe otro beneficiado adicional a ellos mismos.
Por lo
general son inconformes y para ellos nada es suficiente,
siempre piden más y más y generalmente dan muy poco. Está demás decir este tipo
de personas resulta altamente tóxica y especialistas en robarnos energías,
evidentemente todas las personas tienen algo que enseñarnos, pero seguramente
la primera lección que debemos aprender de este tipo de personas es que: NO
debemos ser así.
En la vida debemos buscar el
equilibrio, ser lo más justos posibles, no buscar siempre la ventaja sobre el
otro, ni ver qué provecho podemos obtener con el menor esfuerzo. El dar es una
de las cosas más maravillosas, el colaborar en la felicidad del otro es
altamente enriquecedor y seguramente trae a nuestra vida mucha mayor
satisfacción que pensar egoístamente solo en nosotros.
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Curioso articulo,e interesante.
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