Queremos ayudar a erradicar
la contaminación y el sufrimiento en este mundo. ¿Por dónde empezamos?
Deberíamos empezar por nosotros, pues el mayor contaminante en nuestras vidas
es nuestra propia mente: causante de sufrimiento.
La naturaleza de la
mente
Lo más importante que
necesitamos saber acerca de nuestra mente es que no es algo que existe por
separado, individualmente; no es un objeto inanimado.
La
mente no es un objeto, es un proceso. El proceso de transmitir
constantemente pensamientos. Este flujo de pensamientos es lo que percibimos
como mente. Al
despaparecer este flujo de pensamientos, la mente desaparece junto con ellos.
La naturaleza básica de los pensamientos es que se encuentran en movimiento
constante, y es este movimiento el que, casi automáticamente, crea la mente.
Nuestra
mente funciona prácticamente de modo automático. Los
pensamientos van y vienen todo el tiempo. Sólo es posible tratar de suprimirlos
con esfuerzos considerables, e incluso entonces sólo lo conseguimos por un
corto periodo de tiempo. Durante la mayor parte de nuestro estado de vigilia,
nuestra mente se pierde, ya sea en el pasado o en el futuro. En nuestros
pensamientos tratamos nuestras experiencias pasadas, las ofensas que sufrimos,
o nuestros planes, metas y miedos futuros.
El movimiento
constante del flujo de pensamientos es lo que crea la mente; sin ellos, la
mente deja de existir.
Nuestra
mente evalúa constantemente las cosas. Significa que no
simplemente vivimos nuestras experiencias, sino que también las clasificamos
como buenas o malas. Juzgamos todo lo que nos sucede a nosotros y a todos los
que nos encontramos en nuestras vidas.
Esta categorización permanente puede conducir fácilmente a
una percepción distorsionada del mundo, a medida que evaluamos
nuestras nuevas experiencias en estas categorías. Si encontramos una
experiencia negativa, tenderemos a mantener y reforzar esa categoría para
experiencias similares en el futuro. Nuestra percepción, por lo tanto, será
selectiva, y sólo aceptaremos los estímulos que refuerzan nuestra
categorización, y tendemos a ignorar aquellos que caen fuera de nuestras
categorías habituales.
Tipos de basura
mental
La basura mental en sí misma
son pensamientos, concepciones erróneas sobre nosotros mismos, sobre lo que nos
pasa en la vida y sobre como son las cosas a nuestro alrededor. Es decir, los
juicios realizados sobre otros, sobre nosotros, y sobre cómo funciona el mundo:
¡lo hemos etiquetado todo!
.1. Juzgar y
clasificar: Etiquetar
Esta actitud, es claramente
basura mental. Constantemente etiquetando, no solo los objetos o las personas,
sino también las situaciones, incluso etiquetamos nuestros pensamientos: “no
debería pensar esto“, “ese chico es un vago“, “estar de pie en una cola es
estresante“. ¿Lo has pensado bien? Cojamos el ejemplo de “estar de pie en una
cola es estresante”: ¿has tratado de encontrar el motivo o simplemente has
clasificado esta situación como tal?
Al etiquetar la situación y
mantener esa etiqueta, cada vez que te encuentres de nuevo en ese momento,
inevitablemente te estresarás, pues es la etiqueta que esa situación tiene
asignada. Igual sucede al etiquetar a una persona: difícilmente verás más allá
de la etiqueta que le has asignado..
2. Creencias
limitantes sobre nosotros y sobre cómo funciona el mundo
Estos conceptos equivocados
se instalan durante nuestro crecimiento. Quizás has escuchado a personas decir
“nada me sale bien”, “no sirvo para esto”, “soy un torpe” o cosas por el
estilo, o incluso tu lo has pensado en varias ocasiones.
Mucha gente vive una vida
miserable y dolorosa, pero no por que quiera de forma consciente vivir esa
clase de vida, viven así porque creyeron en una verdad que no es real. Creyeron
que era verdad aquello de “nunca vas a lograr nada en la vida”, “no tienes ambiciones”,”eres
un mediocre”.
Las creencias limitantes son
conceptos que creemos que son verdad, y por algunas circunstancias
accidentales, han logrado instalarse en nuestra mente como verdaderas. Esas
creencias, creencias como “el mundo es un lugar cruel”, “hay más malas personas
que buenas”, “es difícil ser feliz”, “el amor no existe”… Podría seguir y
seguir. Todas estas creencias, no hacen más que cortarte las alas, que limitar
lo que puedes llegar a ser.
Esos pensamientos nos
impiden prosperar e incluso darnos cuenta cuando una oportunidad se nos
presenta frente a nuestros ojos, y luego caemos en la tendencia de pensar
siempre igual, pues nos ha llevado toda una vida convertir esa forma de pensar
errónea en un hábito, y lo convertimos en una filosofía de vida.
3. Nuestra imagen
mental: lo que proyectamos
La mayoría de las personas
tienden a identificarse con sus pensamientos e historias personales, es decir, con
sus mentes. Muchos de nosotros no estamos satisfechos con lo que somos. Es por
eso que creamos una imagen mental de nuestro desarrollo personal, y de las
maneras de hacer que el trabajo de nuestras mentes sea más efectivo.
El problema: tratamos de alcanzar
la imagen mental que nosotros mismos hemos creado, e intentamos tener nuestras
mentes bajo control y ser los dueños de nuestro propio desarrollo. Como no
conocemos la naturaleza de la mente, esta aventura está destinada al fracaso
desde el principio.
El
propósito de la mente es servir como un medio de conexiones, para conectarnos
al mundo el uno al otro.
Este juego, al que todos en
algun momento hemos jugado, algunos toda la vida, no llegará a buenfin. La
razón es bién sencilla. Ese no eres tu. Está bien marcarse objetivos, querer
mejorar en un aspecto u otro (si es que se puede, pues ya somos perfectos como
somos), pero no debemos confundir el deseo de ser más amable con el hecho de
ser la amabilidad en persona, pues, si no sale de un modo natural de tí, y lo
fuerzas, te estás disfrazando de aquello que no eres. Tu proyección se está
apoderando de ti.
4. No eres tu mente
Ahora podemos ver que el
camino que conduce al control sobre nuestras mentes no pasa a través de la
supresión de éstas. No es posible controlar la mente en el sentido ordinario de
la palabra. En parte porque sólo existe en sus funciones y funcionamiento, y en
parte porque no hay nadie para controlarla. Una mitad de la mente, como hemos
visto, no controla, sólo suprime a la otra mitad.
Mientras sigas identificándote
con tu mente, sufrirás las consecuencias de los pensamientos que haya en ella.
Para
poder controlar nuestras mentes, debemos salir de ellas.
Esta afirmación puede sonar sorprendente para muchos de nosotros, ya que tendemos
a identificarnos completamente con nuestras mentes y sus operaciones. Mientras
esta identificación sea fuerte, no podremos salir del círculo vicioso de
nuestras mentes; tendremos que meramente sufrir sus consecuencias.
Hoy en día, sin embargo, más
y más de nosotros comenzamos a darnos cuenta y a experimentar que somos más que
nuestras mentes, más que nuestros pensamientos y emociones, y más que la
historia personal que estos pensamientos y emociones acumulan. Nuestra atención
ya no está completamente comprometida a contar nuestra historia personal e
identificarnos con esa historia personal, y nos volvemos más y más sensibles a
las dimensiones más profundas de nuestra vida. Comenzamos a notar las rupturas
entre los pensamientos, y comenzamos a girar hacia estas puertas que conducen
más allá de la mente.
En estas grietas entre
pensamientos, lo que queda es la consciencia vigilante. No es necesario luchar
contra la mente, no es un enemigo, es un instrumento que, sin control, tiende a
funcionar caóticamente.
Tenemos la oportunidad de
conocer la verdadera naturaleza de los pensamientos y las funciones de la mente
si nos separamos de ellos, mantenemos una distancia y no los consideramos
enemigos. Revelarán sus secretos a la consciencia atenta, observando con
afecto, y veremos los sutiles matices de la mente, los juegos que juega y los
sueños que evoca.
5.
Controlando la mente sin controlarla
Es una actitud tolerante,
atenta y observadora de las funciones de la mente. Nos dará la capacidad de
detener nuestro pensamiento sin esfuerzo. Una vez que el pensamiento ha sido
suspendido, la corriente continua de pensamientos se detiene y la mente misma desaparece
y deja de funcionar.
Ahora no buscaremos nuestra
propia identidad en una identificación con la mente, ya que hemos encontrado
nuestro verdadero centro, nuestro ser real, nuestro vigilante alerta, la
Conciencia. Seremos conscientes de que los pensamientos y la mente no han
desaparecido realmente, todavía están ahí, sólo en un estado inactivo. Nuestra
actitud hacia los pensamientos y la mente cambiará por completo en ese momento.
La Mente ya no domina nuestra vida, no es más que una herramienta obediente que
usamos o no usamos como deseamos.
Es entonces cuando nos damos
cuenta de lo maravilloso que es este instrumento nuestro, la mente, y ahora
somos capaces de usarlo para su propósito original. Y el propósito de la mente
es servir como un medio de conexiones, para conectarnos al mundo el uno al
otro. A través de la mente las energías creativas son liberadas al mundo, y
crean allí una armonía maravillosa.
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