A lo largo de nuestra vida, nos enamoramos y terminamos
relaciones - a veces sólo para reunirnos de nuevo con esa persona. Algunas
personas entran en nuestra órbita, otras se van, haciendo que experimentemos
emocionantes altibajos que ni siquiera pensamos posibles.
IMAGEN: PATRICIA TSOUROS |
Amor de cuento de hadas
Muy a menudo, nuestro primer amor llega cuando todavía
somos muy jóvenes. Nos parece el tipo de sentimiento que hemos estado leyendo
en los cuentos de hadas. Así que lo idealizamos y creemos que es para toda la
vida.
En este punto, tendemos a hacer cosas que nuestros
compañeros o miembros de la familia esperan que hagamos. Nos negamos a prestar
atención a pequeños problemas y estamos dispuestos a sacrificar nuestros
principios por el bien de nuestra relación porque, en el fondo, creemos que
todo es como debería ser.
La forma en que nuestra relación se ve en el exterior es
más importante para nosotros de lo que realmente sentimos.
Tal amor nos enseña que mirar a tu pareja es tan importante
como mirar a tu alrededor.
Amor complicado
El segundo amor de nuestra vida es el más complicado.
Confiando en que hemos aprendido la lección de experiencias anteriores, nos
encargamos de elegir un tipo completamente diferente de pareja. O eso creemos.
Probablemente seremos manipulados, mentidos o incluso
heridos. Nos aferramos a cualquier oportunidad de reparar nuestra relación,
pero cada nuevo intento se convierte en un fracaso aún mayor. Es un drama real
con sólo momentos ocasionales de felicidad.
Una vez más, nuestros verdaderos sentimientos se desvían a
favor de algo más - en este caso, intentos sin fin de salvar una relación
enferma.
Tal amor nos enseña que es importante ser amado a cambio.
Amor maduro
El tercer amor aparece en nuestra vida cuando ya hemos
dejado de esperar. Viene sin llamar y no parece cumplir con nuestra idea de lo
que el amor verdadero debe ser. No parece ser perfecto. Pero es una relación
genuina, caracterizada por una sensación de extraordinaria facilidad, algo que
no se puede explicar con palabras.
En esta etapa de la vida, ya no tenemos expectativas. No
perdemos tiempo pensando en las cualidades que el amor de nuestra vida debe
poseer. Así que estamos finalmente preparados para aceptar a nuestra pareja por
lo que él o ella realmente es. Y, lo más importante, nuestra pareja nos percibe
exactamente de la misma manera.
Tal amor nos enseña a ser real y que una relación no
necesita ser perfecta.
Escrito por Kevin Guanilo de Hoy Aprendí.
Comentarios
Publicar un comentario