A lo largo de nuestras vidas nos enfrentamos a diversas
situaciones que pueden generarnos heridas emocionales, que a veces podemos
pensar que ya son cicatrices totalmente cerradas y resulta que ante cualquier
recuerdo, pensamiento, evocador de aquello que nos marcó, vuelven a abrirse,
refrescando el dolor en nuestro ser.
Las heridas emocionales no se comportan de forma muy
diferente a las físicas, si empezamos a curar de adentro hacia afuera
probablemente no vuelvan a doler, pero si solo cerramos la capa superficial sin
haber cerrado las capas internas o bien no limpiamos las heridas antes de
intentar cerrarlas, presentamos un alto riesgo de complicaciones.
Qué podemos hacer para sanar nuestras heridas
emocionales?
Reconocer las heridas y sus causas
Es muy cierto que el pasado ya no vuelve, sin embargo,
podemos ir acumulando dolor a lo largo del tiempo y es necesario hacer una
pausa para revisar, limpiar y continuar. Ubiquemos nuestras heridas, démosle
las dimensiones que pensemos que tienen, ubiquemos a los responsables (en
nuestra mente) y definamos qué es lo que hemos hecho para curarnos de ellas.
Aceptar
Suena trillado, pero mientras más nos resistimos a algo,
mientras más vueltas le demos en nuestra mente, más probable será que no
podamos curar una herida. Aceptando, concientizando la idea de que lo que
ocurrió no se puede cambiar, que las cosas fueron como fueron y ya no hay nada
que podamos cambiar o hacer diferente, podemos tomar una actitud diferente a lo
que nos ocurrió.
Perdonar
Perdonar a todo el que nos ha hecho algún mal es un
ejercicio liberador, que nos permite tirar toda la carga que nos mantiene
consciente o inconscientemente atados a una situación de dolor. Perdonar es un
regalo a nosotros mismos, es un acto a través del cual crecemos, sustituyendo
sentimientos de ira, rencor, dolor, resentimiento, por sentimientos de paz, de
armonía interna. Es importante entender que el perdón es también y quizás mucho
más necesario aplicable a nosotros, quienes a lo largo de nuestras vidas
podemos torturarnos con nuestros juicios de tal forma que resulte paralizante y
castigador.
Abrir espacio a lo nuevo
Liberar espacio ocupado por temores, dolores, pesares y
cualquier otro sentimiento y emoción negativa puede fácilmente abrir espacio a
sentimientos enriquecedores, aquellos resultantes de darnos nuevas
oportunidades, es cierto que en “nuestro corazón” hay espacio para todo, amor
ilimitado, pero la realidad es que mientras que cierto espacio esté ocupado por
sentimientos negativos, estos crean una especie de campo que repele a otro tipo
de sentimientos. Soltar de corazón, sinceramente, nos permite pensar en
positivo y cuando lo hacemos, nuestras emociones también se vuelven positivas.
Haciendo uso de estos recursos podremos atender nuestras
heridas desde lo más profundo de nuestro ser, curándolas realmente y no
escondiéndolas, permitiéndonos, independientemente del tiempo que llevamos con
ellas, sanar y abrirnos paso a vivir sin las ataduras del dolor, sin arrastrar
un pasado que además de hacernos sufrir en su momento, sigue haciéndose sentir
a lo largo de nuestras vidas, muchas veces estropeando nuestro presente y
restándonos las posibilidades de ser felices.
Este articulo fue realizado gracias a rincondeltibet.com Si deseas seguir leyendo artículos de tu interés sigue explorando el sitio.
Comentarios
Publicar un comentario