Quien más crítico es con los demás, menos capacidad tiene de ver sus defectos

Cuando observamos a nuestro alrededor a personas que son bastante ligeras para emitir juicios y críticas hacia los demás, normalmente estamos frente a personas que les cuesta mucho tomar un espejo y hacer un análisis y reconocimiento de sus propios defectos, de sus oportunidades de mejora.
De esta manera cualquier persona que interactúa con la persona crítica es una oportunidad de ver en los demás lo que debe revisar en sí mismo, lo que no acepta, lo que no rechaza, todo aquello que le genere un alto impacto es una oportunidad para hacer una introspección de ese aspecto en sí mismo que le permita aceptarlo y transmutarlo.

El detalle es que difícilmente esta persona se dará cuenta de ello, y solo hará de la crítica un hábito, manifestará su incomodidad de que las cosas no se hagan a su manera y las personas no sean como ellos pretenden, sin ampliar sus horizontes y sin ningún tipo de mejora para ellos mismos.

Este tipo de persona puede resultar muy tóxica y molesta, por su poca tolerancia y su necesidad de hacerle ver a los demás que sus formas siempre están en lo correcto. Le hace falta la humildad que caracteriza a quien aprende de los demás y la compasión de quien puede ver al otro haciendo sus mejores esfuerzos con los recursos que cuenta.


Juzgar es sencillo, empatizar y comprender es lo complicado. En el mundo hace falta un mayor compromiso por sumar y no restar, si no podemos ayudar a alguien, si no está a nuestro alcance hacer algo positivo, no pensemos que un juicio podría mejorar un escenario.

Ciertamente hay críticas constructivas, pero hasta para ellas es necesario tener tacto, evaluar la validez y considerar todos los aspectos necesarios para que no se genere en el otro un sentimiento de rechazo.

Cuando logramos entendernos más a nosotros mismos e inclusive logramos entender la idea de que todos somos uno, que lo que le hacemos a otro nos lo hacemos a nosotros mismos, resulta más sencillo preservar al otro, cuidarlo, acompañarlo en sus procesos, sin juzgar, sabiendo que lo que es sencillo para algunos, para otros no tiene que serlo, que lo que está bien para uno, no necesariamente lo esté para otro.

Seamos más humanos, más cómplices, más amigos, más empáticos y humildes, antes de emitir una crítica o un juicio, tratemos de ubicar eso que nos disgusta en nosotros y tratemos siempre de hacer de nosotros nuestra mejor versión.

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