Muchas veces, una de las mejores demostraciones de afecto
que podemos tener por nosotros mismos consiste en darnos cuenta de qué nos
conviene, a pesar inclusive de lo que queramos en nuestras vidas.
Las personas se van mostrando cómo son a lo largo del
tiempo, muestran sus intenciones, sus maneras y está en nosotros ver hasta qué
punto ese compendio se adapta a la proyección en tiempo que podamos hacernos
cerca de esas personas. No querer ver realidades, resistirnos a lo que se
presenta en frente de nuestros ojos, es una forma curiosa de hacernos daño, es
un autoengaño.
Lo mismo ocurre cuando estamos sometidos a circunstancias
en donde somos nosotros los que debemos tomar el control y no lo terminamos de
hacer. Bien sea un trabajo que no resulta satisfactorio, un sitio que ya no
sentimos como nuestro, un sueño que ya no nos cuadra, o sencillamente cualquier
cosa que sentimos en algún momento de nuestra vida que tendría cabida y que por
algún motivo u otro, no resulta así y no nos atrevemos a cerrar algunas
puertas.
Hay quienes prefieren vivir sus vidas con un respaldo, en
el sentido de tener varias puertas abiertas por si algo no funciona, pues
sentir que aún se puede atravesar alguna de ellas en cualquier momento les da
un poco de tranquilidad. Pero resulta que cuando algo no conviene y ¡lo
sabemos!, dejar la puerta que nos da acceso a ello, es un drenaje de energía.
Es como si tuviésemos una tubería y muchas derivaciones, por lo que la presión,
el empuje siempre son menores que si decidiésemos conducir el fluido por un
solo cauce.
Por no sentir que podemos perder una oportunidad,
terminamos restándole a lo que vale la pena la intención, las ganas, la fe, en
resumidas cuentas, la apuesta, y dejamos unas cuantas monedas por allí por si
eventualmente se da, estar aun participando.
Pero entendamos que la duda es uno de los principales
obstáculos en nuestras vidas. Tener la certeza de que algo ocurrirá favorece
los resultados enormemente, mientras que la incertidumbre ante las opciones que
tenemos disminuye el éxito en todas ellas.
Aprende a cerrar puertas, ten claro que esto no es un
sentencia de por vida, no la vas a destruir, solo vas a concentrarte en lo que
evidentemente es mejor opción y relájate, si el camino al cual conducía esa
puerta es el que debes seguir, tu corazón se encargará de que oportunamente
vuelvas a abrirla. Mientras tanto mantén el amor por ti en alto que mientras
nos amemos a nosotros mismos, solo atraeremos a nuestra vida lo mejor.
Este articulo fue realizado gracias a mujer.guru Si deseas seguir leyendo artículos de tu interés sigue explorando el sitio.
Comentarios
Publicar un comentario