Es poco frecuente encontrar
en nuestro camino personas que no establezcan como límites en sus buenos deseos
hacia los demás, su estado de bienestar.
Es decir, la mayoría de las personas llena sus bocas deseando el bien a los
demás e inclusive ayudan a otras personas a estar bien, pero con la premisa,
muchas veces inconscientes, de que esas personas no lleguen a estar mejor que
ellos.
Qué rasgos humanos
podemos develar dentro de este comportamiento?
La
presencia activa del ego: Que nos hace pensarnos y sentirnos a
través de lo que poseemos o de las posiciones que ocupamos (en este rasgo pudiésemos
resumir todas las restantes).
La
competencia: La necesidad de hacer las cosas mejor que
los demás. Nuestro patrón de referencia muchas veces lo confundimos y tomamos
agentes externos, en lugar de procurar ser mejores en relación a nosotros
mismos.
La
envidia: A muchas personas no les gusta ver ojos bonitos en cara
ajena. Es mínimo el porcentaje de las personas que de corazón se alegran con
éxito de los demás, en la mayoría de las personas se evidencia al menos una
sonrisa ficticia en el rostro cuando sus conocidos consiguen el tan anhelado
“éxito”, sobre todo en aspectos de la vida donde al observador no le ha ido muy
bien.
El
egoísmo: Pensar que lo que se quiere está de alguna forma
limitado, muchas veces hace que todo se quiera para sí mismo, con el temor
oculto de que no hay suficiente para satisfacer todas las necesidades.
Si por casualidad te has
dado cuenta de que entras en el grupo de la mayoría que noblemente se alegra y
procura el bienestar de otros… solo si no supera el personal, te dejo estas
recomendaciones que te ayudarán a sinceramente alegrarte por los triunfos
ajenos, aún cuando superen los tuyos:
Valora
tus logros: Seguramente tendrás muchas cosas que has
logrado hacer y de lo que te puedes sentir orgulloso, todos tenemos talentos únicos,
así que puedes conseguir lo que quieras con tus recursos.
No te
compares: Cada uno de nosotros es un ser con cualidades y
defectos, logros y fracasos, acepta que si de comparar se trata siempre habrá
alguien a quien consideres mejor posicionado en lo que quieres, así como habrá
quien pueda pensar eso mismo de ti.
Respeta
los logros de los demás: No menosprecies los logros ajenos,
quizás a ti no te parezcan significativos, pero si te vas a tomar el tiempo
para al menos pensarlos, hazlo en positivo. Evita descalificar, criticar o
hablar desde lo negativo. Todos llevamos una cruzada personal, cualquier logro
es grande para cada quien.
Toma tiempo para celebrar el
éxito de otras personas: Acostumbrarte a celebrar por otros le hará bien a tu
corazón, una llamada de reconocimiento, cualquier tipo de celebración te hará
familiarizarte con el aplauso sincero a otro.
Piensa
desde la abundancia: La envidia, por camuflada que se encuentre
es uno de los peores sentimientos que el ser humano puede sentir, atenta contra
quien la siente, justamente alejándote de lo que desearías tener.
Obsérvate:
Identifica cualquier rasgo de mezquindad hacia con los otros, cualquier
sensación desagradable ante los logros ajenos, trabaja para sustituirlos por
sentimientos positivos, autoreforzándote, sabiéndote capaz y sintiendo que
todos venimos a este mundo para ser felices y que lo mínimo que podemos hacer
es alegrarnos porque alguien se acerque.
La envidia es la impotencia irritada por el mérito
―Ignacio Manuel Altamirano.
Pocas cosas en la vida
pueden compararse con la satisfacción de hacer el bien con uno mismo y con los
demás, mientras mayor es nuestro alcance, mejor. Seamos partícipes y celebremos
la mejora de quienes nos rodean, alegrarnos por las cosas buenas que le pasan a otros nos pone a vibrar en
sintonía con una fuente de infinita capacidad y ser partícipe de esos logros
nos hace exitosos como seres humanos. Aprovechemos nuestras oportunidades de
crecimiento, están hasta en una sonrisa que nos brota del alma.
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