Uno de los peores errores que podemos cometer endosados a
la soledad, es aquel como regresar a estar con alguien con quien no fuimos
felices. Alguien que nos demostró en un momento que no reunía las condiciones
necesarias para nosotros sentirnos plenos y en armonía con lo que queremos o
deseamos, especialmente en una relación amorosa.
Obviamente hay segundas oportunidades que resultan
beneficiosas, que tienen una buena trayectoria y en donde ambos se ven
beneficiados por ese retorno. Sin embargo la mayoría de estos casos que
podríamos llamar exitosos, tienen un motor diferente a la soledad.
Volver con alguien por sentirse solo, es el mensaje
traducido de que no tenemos las maneras de encontrarnos a una nueva persona con
la que nos podamos dar la oportunidad de conocernos y fomentar el tipo de
relación que se mantenga en armonía con lo que queremos de la vida, entre
ellas, la felicidad.
Y aunque si bien es cierto que la felicidad es una
condición netamente personal, que solo depende de la relación que llevemos con
nosotros mismos y que debe ser independiente de los eventos externos o las
situaciones que atravesamos, es también cierto que hay quienes tienen la
facilidad de sacarnos de nuestro centro, de apagar nuestra llama interior y
aunque es nuestra responsabilidad no permitirlo, pues no dejan de tener cierta
facilidad para ello.
Cuando se restablece una relación que ha llegado
previamente a su fin, los motivos de unión deben estar alineados. Deben ser
considerar una segunda oportunidad para poner en práctica lo aprendido en la
ausencia del otro, donde se valoraron acciones, sentimientos, se sopesaron las
diferencias y se ha acordado un renacimiento de la relación, considerando la ventaja
de lo conocido y de los puntos débiles, así como de las virtudes y fortalezas
individuales y de pareja.
Pero partir de la premisa de regresar con alguien con el
que no se fue feliz, independientemente de los motivos de aquel momento, bajo
la premisa de que preferimos correr el riesgo de estar nuevamente en el mismo
estado de incomodidad, antes de aprender a disfrutar de nuestra soledad, o
darnos la oportunidad de establecernos con alguien más, prácticamente nos
condena al fracaso y tendríamos que hacer un esfuerzo grande para romper los
paradigmas, las ideas preconcebidas y apartar de nuestra mente las dinámicas
que nos hicieron asociar nuestra infelicidad con la pareja.
Todos somos libres de involucrarnos con quien queramos,
las veces que lo consideremos. Obviamente evitando daños colaterales. Sin
embargo, cuidémonos que nos muevan los motores alineados con lo que resulta más
conveniente para nosotros y para quien esté de vuelta en nuestra vida.
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