Mamá, no me dejes llorar: atiéndeme con tu cercanía

No lo hagas. Jamás dejes llorar a tu bebé pensando que así maduran antes o que al final, terminarán durmiéndose. Según los especialistas de medicina psicosomática de la Universidad de Munich dejar llorar a los bebés y no atenderlos, tendría serias consecuencias en su desarrollo cerebral.
Hemos pasado muchos años bajo esa idea conductista y hasta reduccionista que nos recomendaba dejar que el bebé llorara. De ese modo, decían, mejoraba su capacidad pulmonar y entendía que mamá y papá no pueden estar siempre encima de él. Que crecer es aprender también a estar solo, a apagar los miedos por uno mismo.

Sin embargo, en esta época algo esencial se nos olvidaba algo esencial. Ningún bebé puede llegar por sí mismo a este razonamiento por un hecho básico: el cerebro inmaduro de un niño se rige solo por necesidades instintivas: hambre, miedo y necesidad de sentirse seguro.

Lo que hagamos como madres y padres en esos primeros meses de vida es crucial para su posterior desarrollo. Hemos de ser muy conscientes de que un bebé llega al mundo como el ser más desvalido del mundo, y el hecho de haber nacido no supone ni mucho menos que su desarrollo esté completo. Al contrario, va a necesitar al menos de dos años de íntima cercanía y atención continua.
No me dejes llorar, no me desatiendas emocionalmente
Estamos seguros de que ninguno de nosotros suele obviar a un familiar o a un amigo cuando llora. El ser humano dispone de un cerebro emocional y de unas neuronas espejo que nos hacen empatizar con quien sufren para atender, para ofrecer consuelo y, de este modo cuidar nuestro grupo social.

Así pues… si atendemos las lágrimas de los adultos, ¿por qué no hacerlo con un bebé que llora? El llanto es un mecanismo de defensa y de supervivencia en el niño, es su único medio de comunicarse con nosotros, por tanto, no tiene ningún sentido desatenderlo.


bebe en la cuna cansado de llorar
El bebé que es atendido ser convertirá en un adulto con menos estrés
La Universidad de Notre Dame, en Estados Unidos realizó un interesante estudio longitudinal y a lo largo de varias décadas donde se relacionó el tipo de atención recibida en los primeros meses de vida, y la posterior relación a la hora de gestionar mejor o peor el estrés.

Las conclusiones llevadas a lo largo de esos años en 600 niños, demostró que esos chicos cuyos llantos siempre fueron atendidos y consolados, ahora en la edad adulta, tienen una mejor salud mental y afrontan mejor los estados de ansiedad y estrés.

Todo ello nos invita a tener en cuenta varios detalles:
El cerebro de un bebé es muy sensible al impacto del estrés.
Estructuras como la amígdala cerebral, relacionada con las emociones negativas como el miedo, la sensación de abandono o amenaza están muy activas en esos primeros meses de vida.
Si un bebé comprende que llorar no le va a servir de mucho, liberará un mayor nivel de cortisol en sangre. Ese exceso de cortisol habitará siempre en su cerebro, de modo que llegada la primera infancia o la adolescencia, hará que emita respuestas desmesuradas ante la frustración, el enfado o el miedo.
bebé educado con amor
Atiendo tu llanto para que comprendas que estoy contigo
Algo que un niño irá entendiendo con el tiempo es que mamá y papá no están para ofrecerle todo lo que quiere sino para darle lo que necesita.

Este es un aspecto que también nosotros debemos tener claro. Los bebés, y más durante los primeros 6 meses, no quieren nada por capricho, no buscan manipularnos, tienen necesidades concretas y vitales: alimento y atención.
Hemos de recordar también que un bebé se ha pasado 9 meses en el vientre de su madre teniéndolo todo: alimento, calor, seguridad y cercanía. Recuerda que un feto, en el momento en que desarrolla su audición, escucha tu voz durante todo el día, le es algo familiar y tranquilizante.

Algo tan básico como poner al recién nacido en la cuna y cerrar la luz, es para muchos bebés algo traumático. Se siente amenazado, siente miedo y piensa que ha sido abandonado.
Los pediatras siempre nos hablan de la importancia de la cercanía durante los 6 meses, tiempo esencial en que llevamos a cabo la lactancia. Ahora bien...¿y qué ocurre más allá de los 6 meses? ¿Significa quizá que un niño ya ha madurado y es capaz de llorar solo por capricho?

En absoluto, los especialistas nos recuerdan que nunca debemos dejar a un niño llorar más de 5 minutos seguidos. Desde los 0 hasta los 3 años tienes ante tú un periodo mágico pero lleno de necesidades. A veces, puede resultar muy estresante, lo tenemos claro, pero con la ayuda de todos y llevando siempre una crianza basada en el apego saludable, el afecto y la atención del llanto, conseguiremos niños mucho más maduros emocionalmente el día de mañana.

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