Madurar, entre otras cosas, es aprender a perder en el amor

 Perder en el amor siempre dolerá, siempre nos generará un sabor amargo en la boca, porque a fin de cuentas cada uno sabe lo que representa apostar por una relación de pareja y tener ilusiones y expectativas de lo que pudiese ocurrir.
Quienes menos sufren en el amor, no porque amen menos, son aquellos que no tienen expectativas y saben amar en presente, lo cual no representa no proyectarse a futuro, sino saber disfrutar sin medos de lo que se vive, sin miedo a perder, sin miedo a que las cosas cambien, sin miedo a salir lastimados, por lo general este tipo de personas ama sin apegos, sin necesidades, sino desde la preferencia.
Perder en el amor es algo nos puede ocurrir a cualquiera, de hecho es raro que alguno de nosotros no haya pasado por una experiencia de estas, pero a medida que pasan los años, no es que nos acostumbremos a perder, es que sencillamente manejamos las pérdidas de otra manera, el mundo no se nos cae encima y por lo general nos sentimos preparados para vivir en soledad el tiempo que sea necesario, para procesar el duelo, para reencontrarnos con nosotros mismos, cosa muy fructífera luego de culminada una relación, para prepararnos para nuestro próximo vínculo.
Cuando maduramos entendemos que no podemos mandar en los sentimientos de otros, que tenemos responsabilidades en la relación, que lo que sembramos lo cosecharemos, podemos distinguir con mejor criterio qué nos conviene y qué debemos dejar pasar y nos cargamos de experiencia, esa que nos permite tomar las mejores decisiones en nuestras vidas, inclusive aquellas que dolerán por un tiempo, pero nos evitarán dolores permanentes.

Aprendemos muchas veces más con los daños, que con los años. Indudablemente las heridas nos hacen cambiar, nos hacen crecer, quizás sea el camino más rápido de aprendizaje, pero sin duda el más doloroso.
Muchas veces nuestra credibilidad en el amor se ve disminuida gracias a nuestras experiencias, sin embargo, madurar no se trata de ponernos una coraza impenetrable, sino aprender que todo es transitorio, que algunas veces podremos perder en el amor, pero que de aquí podremos rescatar la vivencia, lo compartido, las cosas positivas, el aprendizaje y solo con el hecho de haber amado, ya tendremos una ganancia. No todo resultará como nosotros lo queremos o lo planificamos y entender que eso está bien y no es una derrota, es una muestra de madurez.


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