La mayoría de los escenarios que nos generan sufrimiento
o incomodidad, son aquellos en los cuales hemos decidido alargar una historia
que debía ser concluida con anterioridad. Muchas veces nos cuesta cerrar
ciclos, nos cuesta reconocer que un capítulo de nuestras ha llegado a su final
y extendemos en tiempo experiencias que nos afectan de forma negativa o bien de
aquellas donde ya hemos aprendido o vivido lo necesario.
A medida que maduramos, nos damos cuenta que nuestra vida
y nuestro tiempo son valiosos, que de la inversión de ellos dependerá nuestra
felicidad y que podemos hacer frente a todo lo que trae consigo la vivencia de
la despedida para preservar nuestro bienestar y asegurarnos de que estamos
dando un buen uso de nuestros recursos con el fin de sentirnos bien.
Las despedidas son los actos que encierran decir adiós no
solo a una persona, sino a un trabajo, a un sentimiento, a un pensamiento, a un
lugar, etc… Aplica para absolutamente todo y así como es de amplia su
aplicación, lo son las excusas que nos damos para no dar ese paso.
Crecer es
aprender a despedirse. ― Risto Mejide
Causas comunes que nos mantienen atados a una persona o
situación:
Miedo a lo desconocido:
Cuando nos encontramos en nuestra zona de confort, nos
parece arriesgado y muchas veces paralizante dar un paso que nos mueva nuestra
estabilidad, que nos empuje a lo desconocido, que nos obligue a conocer a
alguien más, muchas veces quien es atacado por este miedo no suele despedirse
antes de haber saludado a lo que será su nueva experiencia.
Costumbre:
Cuando convivimos o interactuamos con algo, solemos
acostumbrarnos a una dinámica, a una rutina, a un patrón establecido que nos
llena de alguna forma de seguridad, adicional a que nada en su totalidad es
bueno o malo, y las cosas positivas a las que nos acostumbramos o la
posibilidad de no poderlas tener en un futuro, nos hace generar un apego que se
traduce en dificultad para soltar y despedirse.
Dejarse afectar por la opinión de otros:
Cuantos “sabios” con sus mejores intenciones no se nos
cruzan en nuestro camino para aconsejarnos u opinar en relación a lo que es
mejor para nosotros. Siempre es bueno tener una palabra amiga que nos ayude a
ver otra perspectiva, sin embargo no debemos permitir que nuestras decisiones
se vean influenciadas en un alto porcentaje por la opinión de otros.
Poca confianza en nosotros mismos:
Cuando no tenemos la suficiente confianza en nosotros
como para evaluar con claridad una situación, tomar una decisión que implique
separación nos costará muchísimo. En el fondo siempre sabemos qué es lo mejor
para nosotros, simplemente no podemos escucharlo por todos los miedos e
inseguridades que ponemos en medio. Cuando el velo cae, podemos conectarnos a
nosotros mismos y ser capaces de cerrar los ciclos necesarios de la mejor
manera.
Definitivamente aprendemos a despedirnos de corazón, sin
orgullo de por medio, cuando maduramos, cuando crecemos, cuando valoramos… en
especial nuestra existencia.
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