Nunca podrás escapar de tu corazón,
así que es mejor que escuches lo que tiene que
decirte…
Paulo Coelho, “El alquimista”
Existe
una ancestral leyenda oriental que dice las personas que están destinadas a
conocerse tiene un hijo rojo invisible atado a sus dedos. Este
cordón los une por toda la eternidad a pesar del tiempo y la distancia.
No importa lo que dos
personas que están predestinadas tarden en conocerse, ni siquiera importa que
hoy vivan cada uno en una punta del mundo, el hilo se estirará y se encogerá
todo lo que sea necesario. Pero nunca, nunca, se romperá.
Según esta creencia, nuestro
hilo rojo lleva con nosotros desde nuestro nacimiento y siempre nos acompaña, a
pesar de que con el paso de los años se enrede y se desenrede de forma puntual.
Cuentan
que el Abuelo de la luna sale cada noche en busca de almas gemelas y que,
cuando las encuentra, se inclina sobre ellas y les ata con cuidado un fino y
fuerte hilo rojo a su dedo. Este hilo decidirá su futuro y guiará a
sus corazones para que nunca se pierdan. La leyenda versa así:
“Hace mucho mucho tiempo, un
emperador se enteró de que en una de las provincias de su reino vivía una bruja
muy poderosa, quien tenía la capacidad de poder ver el hilo rojo del destino y
la mandó traer ante su presencia.
Cuando la bruja llegó, el
emperador le ordenó que buscara el otro extremo del hilo que llevaba atado al
meñique y lo llevara ante la que sería su esposa. La bruja accedió a esta
petición y comenzó a seguir y seguir el hilo.
Esta búsqueda los llevó
hasta un mercado, en donde una pobre campesina con una bebé en los brazos
ofrecía sus productos. Al llegar hasta donde estaba esta campesina, se detuvo
frente a ella y la invitó a ponerse de pie.
Hizo que el joven emperador
se acercara y le dijo: «Aquí termina tu hilo», pero al escuchar esto el
emperador enfureció, creyendo que era una burla de la bruja, empujó a la
campesina que aún llevaba a su pequeña bebé en brazos y la hizo caer, haciendo
que la bebé se hiciera una gran herida en la frente, ordenó a sus guardias que
detuvieran a la bruja y le cortaran la cabeza.
Muchos años después, llegó
el momento en que este emperador debía casarse y su corte le recomendó que lo
mejor era que desposara a la hija de un general muy poderoso. Aceptó y llegó el
día de la boda.
Y en el momento de ver por
primera vez la cara de su esposa, la cual entró al templo con un hermoso
vestido y un velo que la cubría totalmente… Al levantárselo, vio que ese
hermoso rostro tenía una cicatriz muy peculiar en la frente”.
Llamémosle
destino, digamos que es un ideal romántico, pero en el amor nunca tiene nuestra
razón la última palabra. Esta leyenda está tan arraigada en las
culturas orientales que hay millones de personas que llevan hilos rojos
anudados en sus manos.
Aunque no hay datos que nos permitan saber si su
origen es chino o japonés, sí que podemos hablar sobre el comienzo de esta
leyenda. Se dice que ésta comenzó a popularizarse al conocer que la arteria
ulnar conecta el dedo meñique con el corazón, el cual siempre se ha entendido
como el hogar del amor. No obstante, otras fuentes hablan del anular, lo que
tiene más sentido etimológico y una mayor tradición en nuestra cultura.
Como hemos dicho antes, no
podemos imponer nuestros caprichos ni nuestras costumbres al destino. Y es que
no podemos hacer nada que vaya en contra de nuestro hilo, ni siquiera podemos destruirlo
o deshacernos de él.
La conexión que este hilo
establece conecta amores profundos y eternos, aquellos con un destino común que
nos reflejan que en la vida hay veces que nos encontramos con un antes y un
después.
El cariño que nuestro hilo
rojo une no tiene porqué ser el de dos personas como pareja, sino que también
puede ocurrir con nuestros padres, nuestros hijos o nuestros amigos. Lo cierto
es que hay personas que parecen estar hechas para juntarse.
Son almas entrelazadas a las que les espera una
eternidad para compartir. Y es que hay amores que traspasan fronteras, que
emanan de lo más profundo del corazón y que acarician el alma por siempre…
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Una hermosa historia que entrelaza el destino de dos personas
ResponderEliminarDe hecho si se puede deshacer, cortándote el meñique, de ahí, que las promesas se hagan con ese dedo, si se rompen, se supone que se tienen que cortar el dedo
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