Esta fábula corta te liberará de las garras de la codicia y la envidia

Había una vez un cortador de piedra que estaba insatisfecho consigo mismo y con su posición en la vida.
IMAGEN: HELEN DOMENIC
Un día pasó por la casa de un rico mercader. A través de la puerta abierta, vio muchas posesiones finas y visitantes importantes. -¡Qué poderoso debe ser ese mercader! -pensó el cortador de piedras-. Se volvió muy envidioso y deseó poder ser como el mercader.

Para su gran sorpresa, de repente se convirtió en el comerciante, disfrutando de más lujos y poder de lo que jamás había imaginado, pero envidiado y detestado por los menos ricos que él.

Pronto un alto funcionario pasó, llevado en una silla de sedán, acompañado por los asistentes y escoltado por soldados golpeando gongs. Todos, por ricos que fueran, tuvieron que inclinarse ante la procesión. "¡Qué poderoso es ese funcionario!", Pensó. "¡Ojalá pudiera ser un alto funcionario!"

Luego se convirtió en el alto funcionario, llevado por todas partes en su silla de sedán bordada, temido y odiado por la gente. Era un día caluroso de verano, así que el funcionario se sentía muy incómodo en la silla de sedán pegajosa. Miró al sol. Brillaba con orgullo en el cielo, no afectada por su presencia. "¡Qué fuerte es el sol!", Pensó. ¡Ojalá pudiera ser el sol!

Luego se convirtió en el sol, brillando ferozmente sobre todos, quemando los campos, maldecido por los campesinos y obreros. Pero una enorme nube negra se movía entre él y la tierra, de modo que su luz ya no podía brillar en todo lo que estaba debajo. "¡Qué poderosa es esa nube de tormenta!", Pensó. "¡Ojalá pudiera ser una nube!"



Entonces se convirtió en la nube, inundando los campos y las aldeas, gritó por todos. Pero pronto se dio cuenta de que estaba siendo empujado por una gran fuerza, y se dio cuenta de que era el viento. "¡Qué poderoso es!", Pensó. "¡Ojalá pudiera ser el viento!"

Entonces se convirtió en el viento, soplando azulejos de los tejados de las casas, arrancando árboles, temido y odiado por todos debajo de él. Pero al cabo de un rato, se topó con algo que no se movía, por más fuerte que soplaba contra él - una enorme y altísima roca. "¡Qué poderosa roca!", Pensó. "¡Ojalá pudiera ser una roca!"

Luego se convirtió en la roca, más poderosa que cualquier otra cosa en la tierra. Pero mientras estaba allí, oyó el sonido de un martillo golpeando un cincel en la superficie dura, y se sintió cambiado. "¿Qué podría ser más poderoso que yo, la roca?", Pensó.

Miró hacia abajo y vio debajo de él la figura de un cortador de piedra.

La moraleja de la historia es esta: sé feliz contigo mismo y desconfía de la codicia porque la hierba no siempre es más verde en el otro lado.

El poder es relativo y tratar de adquirir más de él te dejará descontento con la vida. Simplemente practica la gratitud con lo que tienes y deja ir cualquier envidia que puedas sentir hacia otros.


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