Cuando se mendiga amor es fácil caer en el chantaje o
la manipulación y olvidarse de uno mismo. No hay que dejarse llevar por falsas
esperanzas, hay que aceptar el final de la relación y encarar el futuro.
Quien
mendiga amor sabe que muy bien que su compromiso ya no es auténtico, que
la relación se ha apagado. Aun así busca avivar las ascuas con la desesperación
de quien sueña con una segunda oportunidad, pero lo único que se va a conseguir
es sufrimiento.
Otro aspecto a tener en
cuenta es que, quien comete el error de pedir ser amado, da a la otra persona una posición de poder muy
peligrosa.
Es entonces cuando caemos
sin darnos cuenta en relaciones desiguales donde entra la manipulación, el
chantaje e incluso la humillación. Quien mendiga amor puede perderse a sí
mismo, y cuando eso ocurre nuestra autoestima queda seriamente fragmentada.
Es importante tenerlo en
cuenta.
El amor que se
mendiga o se suplica es ya un amor perdido
No es
fácil llegar a admitir que nuestra relación ya no se mantiene,
que vivimos en una falsedad, que la otra persona se halla a mil años luz y que
nosotros somos ya un satélite que gira inútilmente a su alrededor.
A pesar de que nuestro radar
emocional sea muy consciente de que ya no existe el amor, hacemos uso de la negación como mecanismo de defensa
para amarrarnos a la esperanza. A esa ilusión con la cual seguir
viviendo, seguir alimentando un amor irreal pero del que no podemos
desprendernos.
¿Qué hay en realidad detrás
de estos comportamientos? ¿Por qué hay quien pide seguir siendo amado cuando en
realidad la otra persona ya le ha dado la negativa?
La falsa esperanza
De niños nos enseñan el valor
del esfuerzo, la necesidad de luchar por aquello que deseamos. De alguna
manera, asociamos esa lucha también con las relaciones afectivas, cuando en
realidad el plano emocional no siempre funciona de este modo.
No por esforzarnos, por
humillamos o dejarlo todo para demostrar nuestra insuperable pasión por la otra
persona va a hacer que él o ella nos quiera. El corazón no funciona así.
La falsa esperanza es el
veneno de quienes se niegan a ver la realidad. Queda claro que no es fácil
aceptar el desamor, pero cuando la otra persona nos ha dejado muy claro que no
siente nada, es vital que lo aceptemos.
Actuar de forma
diferente para ser amados
Este es un hecho que muchas
personas pueden llevar a cabo para recuperar al ser amado o para alcanzar a esa
persona deseada.
Actuar en contra de sus
valores, mostrar una imagen que no va con ellos para ser más deseable,
abandonar costumbres para asumir otras afines al ser deseado…
Todo ello es una forma de
lenta autodestrucción que además de humillarnos, puede afectar a nuestra salud
mental y emocional. No debemos caer en este error.
La falsa ilusión
como mecanismo de defensa
Hay una cosa que está clara:
dejar una relación supone tener que reconstruir nuestra vida, y eso es algo
para lo que no todos están preparados.
Por ello, en ocasiones se recurre a la falsa ilusión como mecanismo de
defensa, como salvavidas emocional con el que sobrevivir pensando en un tal vez,
en un “si hago esto se fijará en mí de nuevo”, “si se compadece de mí es que
aún me ama”.
Todo ello son conductas muy
comprensibles que podemos llevar a cabo durante unos días, hasta que poco a
poco llegue la aceptación. En caso de mantener durante varios meses este tipo
de comportamiento nos estaremos haciendo mucho daño a nosotros mismos y también
a la otra persona.
El
camino hacia la aceptación cuando aparece el desamor
A la hora de asumir el
desamor o el fin de una relación, cada uno de nosotros reaccionará de un modo.
Un aspecto a tener en cuenta
es que para conseguirlo cada persona necesitará unos caminos propios que le
habrán de resultar más terapéuticos (buscar apoyo, cambiar de ciudad, iniciar
nuevas aficiones, hacer un viaje…)
A pesar de ello, vale la
pena tener en cuenta estas estrategias con las que, por encima de todo, poder
cuidar de nuestra autoestima.
Todos necesitamos un porqué.
Las relaciones se acaban por una razón y hay que conocerla, todo ello nos
ayudará a pasar página de forma más efectiva sin alimentar falsas esperanzas
soñando en una segunda oportunidad.
Un adiós cara a cara. Un
rechazo, un “hasta aquí hemos llegado”, debe darse cara a cara y nunca mediante
un mensaje o terceras personas.
Las palabras sinceras,
aunque dolorosas, también son terapéuticas. Deben ser firmes y realistas: esto
acaba, no hay nuevas oportunidades.
Es el momento de pensar en
ti. Quien mendiga amor cuando las cosas están claras, se traiciona a sí mismo.
Es necesario proceder a la aceptación y vivir el duelo en cada una de sus
fases. Es esencial pensar en nosotros mismos, en sanar el vacío, el rechazo, la
ausencia.
El
dolor de ahora son fragmentos de nosotros mismos que hemos de recoger con
dignidad para reconstruirnos de nuevo. Es una tarea laboriosa que
requiere tiempo, esfuerzos y muchas atenciones, pero el tiempo hará que cada
vez duela menos.
Al final, llegará el día en que nos sintamos
orgullosos de no haberlo hecho, de no haber mendigado amor.
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