Existen
muchos tipos de maltratos, todos ellos perjudiciales para quien los recibe,
pero el maltrato que se realiza a nivel emocional y psicológico puede llegar a
generar profundas heridas que tardan muchísimo más que las que se pudiesen
producir a nivel físico.
El
maltrato emocional menoscaba a una persona llegando inclusive a anularla como
ser humano, la debilita, le quiebra su autoestima, la hace desconfiada, la hace
temerosa de la vida y de quienes la rodean, le hace sentir pena de sí misma, le
genera depresión y le descontrola sus creencias de merecimiento y propia
aceptación.
El maltrato siempre va a más
El
maltrato emocional por lo general se caracteriza por ir de menos a más, siendo
tan paulatina su evolución que cuando se hace notar es porque ya existe un
profundo daño generado. La persona que maltrata tiende a envolver a su víctima
en una red de normalidad, de trato justo y ajustado a la normalidad para ir
poco a poco suministrando dosis de maltratos que en un principio no llamarán la
atención, luego parecerán situaciones aisladas para posteriormente convertirse
en la cotidianidad.
El
simple silencio o la indiferencia pueden ser demostraciones de maltrato que
lastimen profundamente a la persona que está sufriendo el ataque. Toda persona
maltratadora tiene en su esencia una cuota de cobardía que necesita camuflar
lastimando a quien crea que se lo merezca, en el fondo necesitan lastimar a
alguien que por lo general aprecian para sentirse bien.
La indefensión
La
víctima por lo general cae en un estado de indefensión que le dificulta
encontrar una salida, cuando se percata que está siendo maltratada
emocionalmente es porque el maltrato ya es sostenido y ya ha dejado en ella
marcas invisibles pero muy dolorosas. A la persona atacada por lo general se le
hace difícil en principio aceptar que está siendo una víctima por maltrato,
luego le cuesta buscar ayuda y se encuentra tan afectada emocionalmente que le
resulta muy difícil establecer nuevas fronteras ante su agresor o bien
desligarse de él.
En
todo caso el primer paso para una recuperación es identificar la situación y
tomar las medidas necesarias para detener y revertir el proceso. No es
imposible que un agresor deje de serlo, sin embargo esto no ocurrirá de la
nada, se requiere por lo general de especialistas que encausen y regeneren la
conducta del individuo, en caso evidentemente que éste esté de acuerdo a
aceptar la colaboración. La persona agredida deberá decidir si mantiene la
relación durante el proceso mientras recupera de forma progresiva lo perdido a
causa de la agresión de la cual ha sido víctima.
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