No estamos acostumbrados a
dejar ir y mucho menos a sentir que perdemos algo que de alguna manera sentimos
nuestro, sin embargo en algunos momentos es sencillamente necesario soltar lo
que está entre nuestras manos para liberarlas y tomar algo diferente.
Sería interesante poder
tenerlo todo sin perder nada, sin arriesgar nada, sin necesidad de sentir que
hacemos un sacrificio por una decisión. Pero en la práctica cuando hacemos el
intento lo más probable es que terminemos perdiendo lo que no queremos dejar ir
y aquello que quisimos tener en simultáneo.
Para recorrer un camino
debemos dejar otro y si estamos por una bifurcación, tomamos una de las dos
opciones o nos quedamos paralizados, que es el peor escenario en el cual nos
podemos ubicar. Aprendamos a tomar riesgos o sencillamente a apostar por lo que
queremos, nadie nos
obliga a nada, sea cual sea el camino recorrámoslo con seguridad y firmeza de
que estamos haciendo lo correcto, porque si lo hacemos pensando qué
hubiese pasado de tomar el otro, nuestras energías se derivarán y no podremos
disfrutar, ni dar lo mejor de nosotros en coherencia con lo que decidimos.
Aprendamos a liberarnos de
lo que ya no nos hace bien, o sentimos que no nos hace feliz, pero aprendamos
también a distinguir el llamado de nuestro corazón, de nuestros caprichos, del
aburrimiento, de querer probar algo nuevo cuando lo que tenemos no es negativo
sino que puede estar descuidado, desatendido. Nuestros sentimientos seguirán a
donde invirtamos nuestros recursos. Si invertimos nuestro tiempo, nuestros
pensamientos, nuestro dinero, nuestro espacio en algo determinado, nuestros
sentimientos se inclinarán hacia allá.
La toma de decisiones y el
no saber cómo resultará, hace la vida más interesante, esa falta de certeza es
la que nos hace dar esas cosquillas en el estómago, que nos activa la
adrenalina.
No te quedes atado a nada
con lo que no te sientas satisfecho por miedo a perder, por miedo a que no
resulte cómo esperabas, por no salir de tu zona de comodidad. El crecimiento se
logra a través de las diversas experiencias, de su análisis, y de las ganas que
le pongamos de sacar de cada situación lo mejor, no se obtiene sentados
lamentándonos por no haber hecho lo que creímos que era mejor.
Calla un momento tu mente e
intenta escuchar a tu corazón, cuando él participa de nuestras decisiones, por
lo general tomamos las mejores. Si quieres abrir una nueva puerta en tu vida y
así te lo pide el corazón, hazlo sin miedo, pero asegúrate de cerrar cualquier
otra y dejarla en el pasado.
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