Si vas
a aferrarte a algo, que sea a tus sueños y no a personas. Di
no a ese apego insano que corta las alas y conjuga el amor con chantajes. Sé
valiente y deja ir lo que es caduco, lo que no funciona para atender las
necesidades de tu corazón, ahí donde se inscriben nuestros anhelos, esos para
los cuales, siguen pasando nuevos trenes cada día.
Decía
Honoré de Balzac que ante una crisis personal el corazón se rompe o se curte.
Todos, de algún modo, hemos vivido esos instantes de complejidad personal, en
los cuales, al tener que renunciar a algo o alguien y percibirnos casi al borde
del abismo, tomamos de pronto plena conciencia de nosotros mismos y de nuestras
auténticas necesidades.
Aferrarse a algo, en ocasiones, hace más daño que
soltarse. Porque a veces, lo que nos aferra lo hace con tanta fuerza que deja
marcas y heridas profundas, hasta el punto de quitarnos el aire, la vida, los
sueños…
Resulta
curioso pensar como, de algún modo, todos estamos casi obligados a “morir”
varias veces para después renacer. Las crisis y los cambios
siempre nos producen miedo, porque nos predisponen a tener que desapegarnos de
muchas cosas para cancelar así una etapa de nuestras vidas y empezar otras con
el corazón ya bien curtido.
En cada cambio y en cada uno
de esos ciclos que iniciamos, siempre debe estar inscrito un propósito, un
sueño que alcanzar para autorrealizarnos un poco más. Te invitamos a
reflexionar sobre ello.
La necesidad de
aferrarte a tus sueños y propósitos
Si existe un libro que defiende por encima de todo la
necesidad de aferrarnos a nuestros sueños y ser capaces de luchar por ellos, es
“La última lección” de Randy Pausch. En realidad, es una obra
autobiográfica del propio autor, un célebre profesor de informático que
colaboraba con la factoría Disney, y quien escribió este libro una vez le
diagnosticaron un cáncer de páncreas terminal.
Con “La última lección”
quiso dar un especie de testamento intelectual donde transmitir a los lectores
una necesidad esencial: la de alcanzar nuestro sueños de infancia. Esos que, de
algún modo, llegamos a enterrar con nuestras obligaciones de adulto y con esa
necesidad por aferrarnos a cosas o personas que en lugar de permitirnos crecer,
nos “empequeñecen”.
Las
páginas del libro del profesor Paush destilan una vitalidad inspiradora y casi
mágica, transmitida a su vez por alguien que, a pesar de asumir
su propio final, es capaz de darnos estrategias con las cuales, edificar esas
escaleras personales que nos permitirán alcanzar nuestros sueños. Serían las
siguientes.
Cómo alcanzar tus
sueños de infancia
Las grandes metas que
pudimos tener de niños las vemos ahora como tremendas ingenuidades. Ahora bien,
es muy posible que tras este razonamiento, en realidad, esté el miedo.
-No
importa la envergadura de esos sueños de infancia, lo que importa tu actitud
ante ellos. De ahí, que Randy Pausch hablara de la
necesidad de disponer de una familia, de unos padres que actuaran siempre como
facilitadores y no como vetadores de sueños.
-Deja
de aferrarte a lo que piensen otros sobre tus sueños o anhelos. Ellos
no son tú, no viven en tu mente ni sus
cuerpos laten con tu corazón. Atiende tu voz interior y sigue pensando como un
niño al que nunca robaron su inocencia: confía, explora, sueña…
-El tercer consejo que nos
dejó en su libro “La última lección”, es la necesidad de ser pacientes y
humildes. Alcanzar los
sueños depende al fin y al cabo de un 10% de inspiración y un 90% de
transpiración. Es decir, hay que luchar por aquello que deseamos.
Los cambios, traen
la oportunidad de alcanzar los sueños
Unos padres respetuosos e
inspiradores, unos amigos excepcionales, un buen trabajo o una pareja capaz de
ofrecernos ese amor que nos permite crecer personal y emocionalmente, son sin
duda maravillosos mecanismos para dar forma a muchos de nuestros sueños.
Ahora bien, por curioso que
parezca, son los instantes de crisis cuando surgen los cambios más profundos, a
la vez que las mejores oportunidades. Es por ello, que a menudo, se diga
aquello de que todo lo rígido, inalterable, previsible y hasta obsesivo, merma
por completo nuestra creatividad y nuestro sentido de oportunidad. Son zonas de
control estables y tremendamente especializadas donde jamás nos retamos a
nosotros mismos.
Deja de aferrarte pues a lo
monótono y a quien te quiere previsible, dócil, sumiso. Huye de quien te obliga
a postergar tus sueños mediante razonamientos como “no es el momento”, “mejor
otro día”, o “eso ahora no te conviene”. No lo permitas, recuerda tus sueños de
infancia y propicia el cambio. Porque a
veces, en esa crisis personal aparece el milagro del aprendizaje y la
oportunidad de reinventarte para alcanzar tus sueños…
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