La confianza y la sinceridad
son dos valores fundamentales en cualquier relación que van de la mano, cuando
uno se quiebra, el otro le sigue. La confianza es realmente frágil, se debe
cuidar como si fuese de cristal, ya que una vez fracturada nunca vuelve a ser
la misma.
No podemos andar paranoicos
por el mundo pensando que todo lo que dicen los demás es mentira, encierra una
doble intención o tiene una cuota de deshonestidad, debemos confiar tanto en la
vida como las personas y darles la oportunidad de desarrollarse en un ambiente
de seguridad, sin predisposición o fantasmas mentales.
En caso de una falla, de un
engaño, de una mentira, tendremos muchas acciones que podemos tomar, pero no
vale la pena adelantarse a alguna porque no solo nos roba nuestra paz, sino la
de la persona con la cual nos relacionamos y la relación que pueda existir.
Quien se desarrolla de
manera honesta, que es sincero, que no esconde sus acciones y da oportunidad a
la otra persona de saber lo que quiere de manera transparente, no siempre va a
generar confianza en el otro. Sino que por no usar filtros sobre la realidad,
lo que piensa, dice y hace puede interpretarse como alguien poco confiable, ya
que no busca aparentar y se muestra tal como es, lo cual no es común.
En tiempos de hipocresía, cualquier sinceridad parece
cinismo. ― William Somerset Maugham.
La sinceridad, la
honestidad, el decir la verdad, no siempre es bien recibido, menos cuando se
entrega a alguien que no necesariamente tiene dichos valores como bandera. Sin
embargo, no podemos convertirnos en una peor versión por encajar en lo que
otros quieren, si somos honestos, estando dentro de los parámetros del respeto
y esto genera incomodidad en el otro, el problema sin duda es del otro.
Aprendamos a confiar y a
sembrar confianza en nuestras relaciones, seamos sinceros y honestos y partamos
de que entendemos que la otra persona también lo es. De igual manera
desconfiemos o no, si la otra persona quiere actuar de manera nociva a la
relación, lo hará, así que no enfoquemos nuestra mente en lo que no queremos
atraer y recordemos que la verdad no es absoluta, que las realidades de dos
personas son distintas y que siempre cuando no hay intenciones de dañar, sino
de preservar una relación, debe prevalecer la sinceridad y la confianza.
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