El asimilar las experiencias
que vivimos, el conocernos y el saber hacia dónde vamos, normalmente son
factores que vienen de la mano con la madurez que vamos adquiriendo con el paso
del tiempo.
Muchas veces cuando no
tenemos claro lo que queremos y lo que merecemos podemos enrumbarnos en
relaciones que no nos hacen bien, que nos llevan a menos, que nos desgastan y
nos roban la energía. Aunque nadie se cruza en nuestro camino por azar y de
todos debemos tomar algo que nos enriquezca, no siendo aprovechados, sino buscando
nuestro crecimiento, es reflejo de madurez justamente tomar las lecciones,
conocernos y establecer parámetros que nos permitan vivir en armonía.
Mientras estemos
desenfocados, nos vincularemos por los motivos y de las maneras equivocadas y
tendremos que vivir experiencias que no sean gratas, pero que nos generarán
experiencia y nos harán saber de nosotros y cambiar aspectos de nuestra vida
que quizás antes no hubiese sido posible.
El poder estar solos y
sentirnos cómodos es una muestra de madurez, de haber encontrado nuestro
centro, de saber que no necesitamos a alguien más para sentirnos bien, que si
bien no tiene que ser un estado permanente, no nos afecta de manera negativa el
hecho de poder estar con nosotros mismos el tiempo que sea necesario, sin
desesperarnos o vincularnos a alguien por miedos, necesidades, presiones,
pretensiones, etc.
Cuando sabemos amarnos,
cuando nos respetamos, resulta sencillo vincularnos a personas con las que
tendremos relaciones positivas, y en caso contrario resultará sencillo tomar
las medidas necesarias. Recordando siempre que nuestra proyección atrae a la
persona que en algún momento determinado nos conviene para que veamos algo en
ella o en nosotros a través de ella.
Normalmente ocurre que
cuando sabemos darnos el valor que tenemos, vibramos con una energía
particular, y es mucho más factible relacionarse por amor, por amor genuino,
ése que no necesita del ego para establecerse, que no se mueve por el qué
dirán, que no busca llenar espacios vacíos, que no procura comodidad, que no es
egoísta y que es el que realmente se sostiene en el tiempo por voluntad de
ambos.
Estar con alguien por no
estar solos, es casi una muerte anunciada, porque si no vemos en el otro
aquello que queremos, si intentamos forzar algo a que sea diferente, si estamos
llenos de expectativas que pronto se convertirán en frustraciones, lentamente
se irá desvaneciendo la ilusión y solo quedará una relación fundamentada en
satisfacción de requerimientos.
Vincúlate por los motivos
adecuados, aprende que es mejor una soledad elegida a una mala compañía.
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