La asertividad es una
competencia esencial para la vida. No solo nos evitará numerosos problemas en
el ámbito de las relaciones interpersonales sino que también nos permitirá
perder menos la paciencia y vivir de manera más equilibrada y relajada. De
hecho, Anthony Robbins afirmó que "la forma en que nos comunicamos con los
demás y con nosotros mismos, en última instancia, determina la calidad de
nuestras vidas".
La asertividad no es más que
la capacidad para hacer valer nuestros derechos con claridad de manera
adecuada, sin ser demasiado pasivos ni muy agresivos, respetando a su vez los
derechos de los demás.
Sin embargo, aunque parece
muy sencillo, ponerla en práctica es un poco más complicado. De hecho, la
mayoría de las personas que nos rodean no son asertivas, o lo son en muy poca
medida. ¿Por qué?
En muchos casos la razón se
encuentra en su infancia. Si hemos crecido en un hogar donde se practicaba la
negligencia emocional, donde las emociones eran ignoradas o incluso castigadas,
simplemente no hemos tenido la oportunidad de desarrollar la asertividad.
Tus 10 derechos
asertivos
1. Tienes derecho a juzgar
tu propio comportamiento, pensamientos y emociones, así como asumir la
responsabilidad por ellos.
2. Tienes derecho a no
ofrecer excusas ni explicaciones por tus decisiones.
3. Tienes derecho a decidir
si asumes la responsabilidad de resolver los problemas de los demás.
4. Tienes derecho a cambiar
de opinión.
5. Tienes derecho a cometer
errores, y asumir las consecuencias.
6. Tienes derecho a decir
“no lo sé”.
7. Tienes derecho a actuar
independientemente de la “buena voluntad” de los demás.
8. Tienes derecho a tomar
decisiones ilógicas.
9. Tienes derecho a decir
“no lo entiendo”.
10. Tienes derecho a decir
“no me interesa”.
Sin embargo, las personas
cuyos padres pensaban que expresar las emociones era algo negativo,
probablemente no serán conscientes de sus derechos. Si tus padres ignoraban o
incluso castigaban tus expresiones emocionales, te habrá llegado el mensaje de
que tus sentimientos, emociones y necesidades no cuentan.
Por tanto, quizá a menudo te
descubres diciéndote frases como: “no hables de cosas negativas”, “no puedes
dejar que los demás sepan cómo te sientes o qué piensas en realidad” o “no
provoques alteraciones”. Estas frases seguramente provienen del discurso de tus
padres, pero se han enquistado tanto en tu inconsciente que siguen determinando
tu comportamiento, aunque hayas crecido.
Los resultados de la
negligencia emocional en la adultez
La negligencia emocional es
la incapacidad para responder adecuadamente a las necesidades emocionales de
los niños. De hecho, una de las tareas fundamentales de los padres es,
precisamente, validar las emociones de sus hijos y enseñarles a encauzarlas de
la manera más adecuada. Los padres son el modelo emocional de sus hijos, son
las personas en quienes estos se reflejan y buscan apoyo cuando se encuentran
desorientados.
Si los padres no son capaces
de reconocer esas emociones o cuando estas afloran les restan importancia a
través de frases como “no hay motivos para llorar” o “no ha pasado nada”, le
estarán diciendo al niño que su reacción, que es completamente normal y
comprensible, no es adecuada. Como resultado, ese pequeño no sabrá qué hacer,
por lo que se convertirá en un adulto que:
- No confía en sus emociones
e instinto, ya que le han enseñado a ocultarlos e ignorarlos.
- Tiene dificultades para
reconocer sus emociones y sentimientos ya que nunca fueron validados.
- Tiene problemas para
expresar de forma asertiva sus emociones, por lo que asume posturas extremas:
permite que los demás le pisoteen o se muestra muy agresivo.
- Desarrolla una baja
autoestima pues cree que no es digno de ser amado.
- Experimenta sentimientos
de culpabilidad y cree que no tiene derecho a ser él mismo.
Las
bases para desarrollar la asertividad en cualquier etapa de la vida
-
Aprender a reconocer las emociones propias y etiquetarlas.
Saber exactamente cómo te sientes y por qué te ayudará a gestionar mejor esas
emociones, de manera más asertiva.
- Ser
consciente de tus derechos como persona, sabiendo que mereces ser
tratado con respeto. Y ser consciente de que los demás merecen lo mismo.
-
Valorar las opiniones de los demás, sabiendo que podemos
disentir sin juzgar ni menospreciar al otro. Y exigir lo mismo a cambio.
- Desarrollar una autoestima sana,
comprendiendo que los errores no disminuyen tu valía sino que son oportunidades
para crecer. De esta forma no te sentirás amenazado por los demás y no
responderás de manera agresiva ni dejarás que te pisoteen.
Por supuesto, también será
de gran ayuda aprender algunas técnicas asertivas, para lidiar con las
situaciones más complicadas.
En el caso de los niños,
para desarrollar la asertividad es fundamental que los padres aprendan a
respetar su individualidad y sus opiniones, aunque puedan parecer infantiles o
poco prácticas. Estas preguntas podrán obrar milagros para educar a un niño
seguro y asertivo:
- ¿Qué piensas?
- ¿Cómo te sientes?
- ¿Qué necesitas?
- ¿Qué tienes que decir?
De
esta manera los niños aprenderán a:
- Descubrir lo que sienten y
necesitan.
- Saber que sus emociones y
necesidades son importantes
- Expresar sus emociones y
necesidades de manera que la otra persona les respete.
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