Nuestras respuestas son esencialmente emocionales. Nuestras
emociones son respuestas automáticas a los estados emocionales de otros, que
inferimos de su apariencia, olor, ideas, creencias y comportamiento. Los
estados emocionales y motivadores inferidos de los demás nos dicen cuándo
acercarnos, evitar o atacar.
Mucho antes del desarrollo de un lenguaje sofisticado, los
humanos usaban las emociones para comunicarse y como un sistema de alarma
social. Percibimos mensajes importantes como:
-¡Los tigres de dientes de sable están llegando!
-¡Los alces se van!
Cada emoción conserva características no verbales
primitivas que informan al mundo de que la emoción está ocurriendo. Estos
incluyen expresiones faciales (sonrisas, fruncidos, brillos), vocalizaciones
(gemidos, sollozos, gritos, rugidos), cambios en la postura y el tono muscular
y varios comportamientos expresivos como golpearse el pecho, y jalándose el
cabello.
Inhibición
Con el desarrollo del lenguaje y el pensamiento
sofisticado, la necesidad de comunicación para mostrar se desvaneció, y también
lo hizo nuestra tolerancia de la misma. Del mismo modo, a medida que el
desarrollo de las destrezas lingüísticas y la independencia emergente reducen
la necesidad de los niños de transmitir sus deseos y temores, se enfrentan a la
creciente represión de los adultos, implícita o no, por la exhibición
emocional. La exhibición desinhibida de emociones es rara en personas mayores
de tres años.
La mayoría de las culturas toleran las demostraciones
emocionales crudas por los adultos solamente bajo circunstancias claramente
definidas de la ceremonia o de la extremidad. La demostración de la angustia,
por ejemplo, incluye el llanto, el lamento, con una boca agudamente vuelta
hacia abajo formando la antigua máscara de la tragedia. Una visualización de la
vergüenza incluye la cabeza caída (los músculos del cuello se debilitan
haciendo difícil el contacto visual), la cara enrojecida y los músculos
estrechados, ya que el sujeto expuesto se conforma al menor espacio posible. La
exhibición de ira incluye abultamiento, ojos dilatados, mandíbula apretada,
dientes expuestos, músculos tensos, hinchados, postura corporal hinchada y voz
profunda o chillante.
Cuando la vergüenza y el miedo a las consecuencias se
asocian con la experiencia de la emoción en sí, se desarrollan problemas más
complicados de la vida. La alegría causa vergüenza, el amor huele al miedo, el
sexo nos repugna, o la tristeza nos deprime.
Contagio
El comportamiento cooperativo ha contribuido a la
supervivencia de la humanidad más que cualquier otra cualidad. La respuesta
emocional compartida es el motor de la cooperación, por lo que las emociones
siguen siendo altamente contagiosas, más que cualquier otro virus. Las personas
felices tienden a hacernos felices, la gente que nos preocupa, las personas
interesadas atraen nuestro interés, las personas ansiosas nos hacen
preocuparnos, la ira en los demás nos irrita, y los eventos deportivos que
carecen de espectadores emocionados nos aburren.
El contagio también explica el "pensamiento
grupal", que hace que la gente actúe colectivamente incluso en contra de
su juicio individual. Nos da modas constantemente cambiantes, modismos
culturales y corrección política. Se producen desfiles de solidaridad, marchas
de protesta y, por el lado más feo, "justicia popular", linchamiento
público, disturbios y saqueos.
Privacidad: No somos cómo nos presentamos
Para mantener un nivel de privacidad en el mundo social,
los seres humanos desarrollan formas de ocultar las emociones. Este hábito
comienza en la primera infancia cuando los niños sienten que las diferentes
presentaciones emocionales provocan comportamientos diferentes de sus
cuidadores. En gran medida esfuerzos inconscientes para proteger el yo
interior, los hábitos ocultos hacen que las emociones parezcan
sorprendentemente diferentes en el exterior de lo que sienten en el interior.
Las personas avergonzadas pueden parecer antipáticas, incluso presumidas. Las
personas heridas a menudo parecen distantes o como si estuvieran rechazando a
otros. Las personas ansiosas pueden parecer controladoras e insensibles.
Personas asustadas y deprimidas pueden quejarse y quejarse. Las personas
enojadas parecen amenazantes o desagradables. Las personas resentidas parecen
mezquinas y vengativas. En estos casos, la aparición nunca coincide con el
sentido interno de vulnerabilidad.
La distancia emocional causada por la ley de privacidad
puede hacer que casi todas las palabras parezcan insensibles, hirientes u
ofensivas, independientemente de la forma en que se encuentren. Palabras o
habilidades de comunicación empleadas. Las emociones en sintonía crean un
sentido de intimidad, no un acuerdo verbal sobre quién es el culpable de la
distancia dolorosa entre los compañeros.
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