He llegado a creer que el amor tiene la fuerza para
disolver todas nuestras heridas y diferencias emocionales. Tal vez, es lo único
que dura más allá del espacio y el tiempo. El amor nos reúne, nos lleva a
nuestro nacimiento, nos nutre, nos proporciona la fuerza para el crecimiento,
sostiene nuestra existencia y es el legado que finalmente permanece.
IMAGEN: PAPERBLOG |
Motivado por el amor
A pesar de la esencia del amor, ignoramos prestar atención
al amor en nuestra vida cotidiana. Me sorprende lo limitantes que son a veces
nuestros pensamientos y acciones. No reconocemos la importancia de lo que
hacemos, pero es la motivación detrás de la cual hace la diferencia. Incluso
una pequeña tarea puede esparcir felicidad y alegría a nuestro alrededor cuando
se lleva a cabo con amor y amabilidad.
El amor contribuye a promover la causa
del universo y, por lo tanto, da a nuestra acción mayor significado. La vida
exige que hagamos de la compasión la fuerza que guía a todas nuestras acciones
e interacciones. En consecuencia, en el trabajo, estas consideraciones pueden
determinar cómo tratamos a nuestros colegas y clientes, y en nuestra sociedad,
la consideración que tenemos para los menos privilegiados. El amor es, sin duda, la fuerza de nutrición más importante
en las relaciones. Sin embargo, mientras que sabemos esto, ¿estamos conscientes
de ello en nuestras relaciones más cercanas?
Repetidamente, nos dejamos atrapar por nuestras respuestas
condicionadas de ego, miedo, inseguridad, apego y ansiedad, y nos quitamos
nuestra capacidad innata de amar. Estas emociones nos hacen sentir separados y
aislados, eventualmente enterrando el amor que existe dentro de nosotros. Así,
el amor arraigado de un padre por su hijo, cuando está muy nublado por sus
propios temores, inseguridades y momentos de inconsciencia, se expresa como
ira.
El amor nos conecta
Conscientemente manteniéndonos atentos a la difusión del
amor y al hecho de recibirlo, nos sentimos totalmente interconectados y
enteros. Todos anhelamos ser amados, es una de nuestras motivaciones más
profundas; recibir amor incondicional nos hace sentirnos completos.
Madre Teresa dijo: "Hay más hambre de amor y aprecio
en este mundo que por pan".
Ser capaz de amar a alguien incondicionalmente y recibir
abiertamente su amor más profundo es una emoción energizante. El matrimonio,
las alianzas y la crianza de los hijos ofrecen la mayor oportunidad de
practicar ese amor incondicional. La gratitud de experimentar el amor en nuestras
relaciones más cercanas inevitablemente nos lleva a ser más amables en todas
nuestras otras interacciones también. La compasión dentro de nosotros empieza a
fluir hacia afuera, hacia nuestros amigos, nuestra comunidad y la humanidad en
general. Como resultado, el círculo virtuoso del amor continúa creciendo.
Descubriendo nuestro verdadero yo
En el proceso, viajamos hacia nuestro ser interior y nos
conectamos con nuestra verdadera naturaleza, una que está llena de amor y
felicidad. Nuestra capacidad de amar a los demás generalmente está limitada por
nuestro amor por nosotros mismos. Conectándonos con nuestro núcleo más
profundo, comenzamos a notar el depósito de amor dentro de nosotros que ha
estado esperando para expresarse. Como el alma nunca se pierde, también lo es
nuestra verdadera naturaleza del amor. Reconocer esto es liberador, nos da el
valor de luchar y superar las limitaciones de nuestra vida.
Experimentar un profundo amor no sólo nos fortalece en el
presente, sino que también nos hace sentirnos seguros del futuro y llegar a un
acuerdo con nuestro pasado. Me recuerda lo que Alfred Tennyson escribió
acertadamente: “Es mejor haber amado y perdido que jamás haber amado.” Todo lo
que se requiere para esto es hacer nuestro mejor esfuerzo para ser más
conscientes en el momento presente. Siendo consciente de nuestros pensamientos,
creencias y emociones interiores; prestando atención y eligiendo afirmar,
nuestra intención amorosa, bondadosa y compasiva en cada momento, seremos
felices.
Escrito por Paola Céspedes de Hoy Aprendí.
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