Muchas veces nos encontramos
con personas que no construyen sus propios logros, si no que se apropian de los
logros de los demás. Utilizan el triunfo ajeno como algo propio, aprovechándose
del aplauso inocente de los demás. Piensan que nadie descubrirá su secreto y se
alimentan del reconocimiento que le ofrecen, ciegamente, los otros.
El problema es que por mucho
que mintamos, o engañemos, nuestra conciencia corre más rápido y siempre nos
adelantará, mostrándonos la verdad. Hay casos conocidos, y otros que pasan
desapercibidos, pero que están a la orden del día, como son los casos de plagio
de tesis doctorales, de contenidos de Internet (ilustraciones, entrevistas,
escritos…), o de otras creaciones como son las musicales o las literarias.
“El plagio es usar el trabajo, las ideas, o las
palabras de otra persona como si fueran propias, sin acreditar de manera
explícita de donde proviene la información”
-Real Academia Española-
El plagio esconde la
necesidad de obtener reconocimiento
También hay personas que
crean mentiras acerca de su identidad como una manera de ensalzar lo
“importantes” o valiosas que son. Desde las mentiras constantes y continuas
mediante las que uno inventa la vida que desearía para sí y la expone ante los
demás, a aquel maquillaje de los logros para que estos parezcan de un calado
mas alto. Para algunos todo vale en este juego en el que se busca saciar el
hambre de reconocimiento.
Si en la mirada sobre estas
personas vamos más allá de este engaño y autoengaño, probablemente
encontraremos una necesidad de validación externa hacia la persona que somos.
Una necesidad de reconocimiento tan intensa que necesita de la invención porque
la propia realidad no la satisface. Así, el fin justifica los medios, y si ello
implica apropiarse de un logro ajeno para alimentarse del reconocimiento que
debería pertenecer a los demás, lo harán.
No obstante todo ello
implica alimentarse de algo que no es auténtico. El “público” no aplaude a su
persona, no aplaude a su creación. Aplaude a la creación de otro y esa es una
penosa verdad con la que convive. La verdad que su conciencia le grita cada día
durante esos instantes en los que el espejismo desaparece y la mentira no puede
tapar la verdad.
Generar tus propios
logros es acercarte a tu verdadera esencia
Pero… ¿por qué no crear tus
propios logros? ¿Para qué plagiar los ajenos? Qué mejor regalo hay que recibir
el aplauso sincero y honesto de los demás ante lo que uno crea. Siempre
habiendo recibido antes el propio aplauso y el propio abrazo hacia lo que uno es
y hacia lo que uno ha creado.
Como dijo Chillida: “No
olvidemos que original viene de origen”. Y qué cierto es… todas las creaciones
de la historia, todo el arte es el que ha nacido de uno, y por tanto, todo
aquello que nace de uno es genuino y auténtico. Por supuesto que existen las
influencias y nos ayudan a inspirarnos, pero hay una diferencia muy grande
entre dejarse inspirar por obras ajenas y copiarlas sin ningún reparo.
Engañarse
a uno mismo, y en consecuencia engañar a los demás significa alejarnos de
nuestra esencia primigenia. Es querer ser quien no se es. Es no
esforzarse en crear y originar algo propio. Es conformarse con algo fácil, pero
que a la vez deja una impronta en forma de argumento poderoso para que nuestra
conciencia nos castigue.
Mentir o lo
contrario a ser auténtico
Estas
alegrías “falsas” o no auténticas, no duran mucho y tienen los días contados.
Toda mentira, al fin y al cabo, es temeraria. Cubre muy poco y lo habitual es
que termine cayendo, dejando de esta manera expuesto al impostor, que en muchas
ocasiones tiene que volver a mentir para no quedar al descubierto.
Construir
tus propios logros, y generarlos desde ti, te hará ganar en autenticidad. Te
acercará a quién eres, con tus luces y con tus sombras. El producto que tú
generes será tuyo, y nacerá de tu ser más genuino. Fabricarás verdad y ello te
hará libre. Libre de tener que engañar, libre de tener que ocultar, libre del
peso de sostener algo que no es tuyo. Además, te dará una poderosa razón para
estar orgulloso.
Y es que ,como dijo el gran
Freddy Mercury con toda la sencillez del mundo…
Soy solo yo mismo. Pienso que ser natural y ser
genuino es triunfar
Pero sobre todo ser genuino
es triunfar con uno mismo. ¡No hay mayor triunfo que perseguir la verdadera
esencia de lo que uno es!
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