Ver nuestra vida a través de
los cristales del optimismo, nos permite atraer a ella todas las cosas
maravillosas que podemos imaginar. Confiar en que algo maravilloso nos va a
ocurrir, no hace un llamado a sentirnos inconformes con lo que vivimos y estar
siempre a la expectativa de algo mejor, ni mucho menos sentirnos frustrados por
no tener en nuestro presente aquello que anhelamos para nuestro futuro.
Se trata sencillamente de
pensar en positivo, de sembrar lo mejor de nosotros y estar seguros que nada
diferente a ello cosecharemos. La vida depende mucho de lo que pensamos, de
nuestras creencias, de la actitud que tenemos frente a las diversas situaciones
a las cuales nos enfrentamos. Por ello debemos utilizar nuestros recursos de la
manera más provechosa para nosotros.
Cuando estamos atados a
nuestro pasado, cuando lo añoramos y recordamos con nostalgia, pensando que lo
mejor que nos ha ocurrido se ha quedado allí en un punto en nuestro pasado al
que para nada tenemos acceso, sencillamente decretamos una realidad y nada de
lo que experimentemos será suficiente, ni alcanzará proporcionarnos la dicha
que recordamos haber tenido en nuestro pasado.
De esta manera no tiene
mucho sentido la vida, sencillamente viendo transcurrir los días y justificando
nuestra existencia por un tramo de ella que jamás volverá. Es muy reconfortante
recordar nuestro pasado y reconocer nuestra felicidad en él, pero jamás debemos
poner lo mejor de nosotros allí.
Siempre debemos confiar y
trabajar porque lo mejor esté por venir, por maravilloso que haya sido nuestro
pasado, con todo lo que transcurre en cada momento de nuestra vida y cómo lo
percibimos y apreciamos, pero considerando que siempre podremos estar y
sentirnos mejor. Es un estímulo que podemos utilizar, no para desvalorar
nuestro presente sino para asegurarnos de que estamos viendo la vida con los
cristales adecuados que nos permiten ver un sinfín de posibilidades en nuestro
futuro y proyectarnos de la mejor manera para ubicarnos en él.
Solo nosotros decidimos
nuestras vidas, pues hagámoslo con cara a la felicidad y no de espaldas a ella.
Muchas veces la felicidad solo podemos apreciarla una vez que ya ocurrió, pero
si lo hacemos con detalle, nos damos cuenta de que solo corresponde a un juicio
y que muy probablemente cuando pensamos que éramos felices y no lo sabíamos,
sencillamente es porque luego hemos estado en peores condiciones.
La felicidad no depende de
nada externo, es una elección, una conexión con nuestra fuente y una manera de
vivir. Veamos siempre lo mejor en nuestro futuro y cada día será mejor que el
anterior, evidentemente teniendo claro que será apreciar el momento presente lo
que nos conectará con lo maravilloso del momento.
Este articulo fue realizado gracias a rincondeltibet.com Si deseas seguir leyendo artículos de tu interés sigue explorando el sitio.
Comentarios
Publicar un comentario