¿A qué edad las personas se sienten más solas?

Muchos de nosotros asociamos la soledad con la vejez, asumiendo que cuanto más viejos estemos, más probabilidades tenemos de estar solos. Sin embargo, un nuevo estudio utilizó una muestra nacionalmente representativa de más de 16,000 personas para examinar la soledad a lo largo de la vida humana y encontró que muchos de nuestros supuestos son incorrectos.
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La soledad se define por la discrepancia entre nuestros lazos sociales deseados y reales. Por lo tanto, si una persona es solitaria es totalmente subjetivo.

Lo que hace que la soledad sea un tema tan crítico es que está asociada con amenazas significativas a nuestra salud mental, nuestra salud física e incluso nuestra esperanza de vida. Estudiar la soledad durante la vida útil arroja luz sobre los peligros de la soledad entre los grupos que tienden a minimizar tanto su prevalencia como su impacto. De hecho, estudios anteriores han encontrado que debido a que tendemos a asociar la soledad con la vejez, los adultos jóvenes y de mediana edad a menudo subestiman sentimientos de soledad cuando se les pregunta directamente acerca de ellos en los estudios de investigación.



En el nuevo estudio, los investigadores se esforzaron por obtener una evaluación más válida y precisa evitando palabras como estar solo y la soledad. En cambio, se preguntó a los participantes con qué frecuencia se perdían la compañía de otras personas o cuán a menudo se sentían excluidos.

Los resultados del estudio fueron sorprendentes y fascinantes. La soledad no aumentó de forma lineal durante la vida útil. Más bien, la soledad alcanzó su punto máximo durante un período completamente diferente: la edad adulta.

Los adultos menores de 30 años reportaron niveles significativamente más altos de soledad que casi cualquier otro grupo de edad. La soledad declinó durante la edad madura y hasta en la vejez temprana. A partir de los 80 años los niveles volvieron a subir.

El estudio encontró que la soledad en personas mayores de 80 años se debió principalmente a factores como la ausencia de un cónyuge o pareja y las limitaciones funcionales del individuo. La edad avanzada en sí misma, concluyeron los investigadores, no es un factor de riesgo para la soledad.


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