En esta sociedad en la que
parece que, si no estas conmigo estás contra mí, es importante valorar a las
personas por su trato más que por sus creencias. Al fin y al cabo, una creencia
es un estado de la mente en el que suponemos verdadero el conocimiento o la
experiencia que tenemos acerca de un suceso u objeto.
Las creencias describen el
contenido educativo y cultural de las personas, en cambio la forma de tratar a los demás muestra algo
más personal, la capacidad de empatía. Como tratamos a los demás,
dice mucho de nosotros mismos.
La empatía es la capacidad
de percibir lo que otro ser puede sentir poniéndonos en sus condiciones y
adoptando su escala de prioridades. Esta puede dividirse en afectiva y
cognitiva. La empatía afectiva, es la capacidad de responder con un sentimiento
adecuado a los estados mentales de otro. Por su parte, la empatía cognitiva es
la capacidad de comprender el punto de vista o estado mental de otro.
Las personas empáticas
consiguen que los demás se sientan comprendidos, escuchados y emocionalmente
recogidos. Desde un punto de vista psicológico, en los vínculos afectivos que
formamos es más determinante cómo nos relacionamos con los demás que las
creencias que atesoremos.
La creencia es involuntaria;
nada involuntario es meritorio o condenable. Un hombre no puede ser considerado
mejor o peor por su creencia. -Percy Bysshe Shelley-
¿Por qué necesitamos
hacernos una impresión de los demás?
Toda la
información que recibimos y la forma en la que organizamos el mundo pasa por
nuestro filtro perceptivo. La interpretación que hacemos de la
realidad que nos rodea es fruto de nuestro bagaje personal en forma de
expectativas, emociones, necesidades, valores.
La percepción de los demás
es el proceso a través del cual pretendemos conocer y comprender a otras
personas. Se refiere a cómo percibimos a los otros y sigue los mismos
principios que la percepción que hacemos de nosotros mismos. El autoconcepto
está ligado íntimamente a la percepción de los demás, porque en parte
aprendemos cómo somos por la percepción que tenemos de la reacción de los
demás.
Necesitamos
categorizar a los demás en esquemas o grupos, en forma de guía para poder
orientarnos. Esta evaluación tiene que ver con la
evolución de nuestra especie y es un recurso adaptativo. Necesitamos hacernos
una impresión sobre los demás para adaptar así nuestra reacción. Necesitamos
información para valorar si nos tenemos que mostrar cercanos, alejarnos lo
máximo posible o mostrar indiferencia.
El regalo más preciado que podemos dar a otros es
nuestra presencia. Cuando nuestra atención plena abraza a los que amamos,
florecen como flores.
-Thich Nhat Hanh-
Personas que hacen
más fácil nuestro mundo
Rodéate de gente que te haga
más fácil la vida. Las personas de trato agradable y que nos hacen sentir
apreciados comparten una serie de características. Son afables, nobles,
cariñosas, respetuosas y les gusta escuchar a los demás. Todo lo contrario hacen
las personas que no respetaran nuestra forma de vida, nuestras decisiones y nuestra
manera de ver el mundo.
Pensemos, ¿es preferible
estar rodeados de bordes, soberbios y prepotentes que piensan igual que
nosotros o de personas amables, cariñosas y que nos cuidan, aunque no compartan
varias de nuestras creencias?
Cada quien tendrá su
opinión, pero está demostrado que rodearte de personas empáticas nos
ayuda a afrontar de manera más optimista nuestro día a día ya que contar con
ellas ya es en sí un gran motivo para este optimismo. No
olvidemos que una creencia es una manera de interpretar la realidad, no la
única. Son múltiples los beneficios de rodearte de personas por su manera de
relacionarse y apreciar a los demás y no exclusivamente por sus creencias,
aparte de enriquecernos con otras culturas y opiniones.
Cuando todos los días resultan iguales es porque el
hombre ha dejado de percibir lo bueno que se ha ido atesorando en su vida
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