Hay situaciones que podemos
cambiar, hay otras que no. Y mientras antes lo asumamos, antes dejaremos de
sufrir por ellas. Cuando una persona no quiere permanecer a nuestro lado, poco
podemos hacer para retenerla. Si perdimos una oportunidad de trabajo, de nada
vale lamentarse. Por muy proactivos, entusiastas y positivos que seamos, hay
situaciones que no podemos cambiar. En esos casos solo nos resta cambiar
nuestra mente.
Los peligros de la
no aceptación
Hay situaciones que, si no
podemos cambiar, debemos aceptar. Cuando no las aceptamos se convierten en un
asunto pendiente, en un obstáculo que nos drena la energía. Sin embargo, el
auténtico milagro ocurre al aceptarlas ya que en ese proceso de supuesta rendición,
crecemos y logramos pasar página.
¿Qué sucede cuando no
aceptamos una situación que no podemos cambiar?
1.
Nos mantiene estancados. Si tenemos delante un muro y nos
ofuscamos intentando echarlo abajo pero no lo logramos, nos frustraremos y nos
quedaremos lamentándonos. De esta forma, terminaremos estancados en nuestro
camino. Al contrario, si intentamos probar otras soluciones, podremos seguir
avanzando, no a pesar del muro, sino precisamente gracias a este.
2.
Nos hace infelices. Cuando no logramos cambiar la situación o
los demás no cumplen con nuestras expectativas, la frustración puede crecer
hasta alcanzar niveles insospechados. Al atarnos a ese problema nos impedimos
ser felices, es como si fuera una enorme piedra que nos obligamos a arrastrar,
aunque en realidad nos gustaría soltarla, pero no sabemos cómo hacerlo.
3.
Nos impide ver las oportunidades. Un problema o una situación
negativa, sobre todo cuando se mantienen a lo largo del tiempo, suelen generar
frustración. Y en ese estado no solo somos incapaces de pasar página sino que
ni siquiera nos damos cuenta de las soluciones y oportunidades que pasan por
nuestro lado. No aceptar un hecho es cerrarse a las oportunidades, eligiendo
permanecer en el pasado.
No es la situación,
es cómo reaccionas
A menudo confundimos la
realidad con nuestras reacciones. Sin embargo, es importante tener presente que
no es la situación en sí la que genera frustración, sufrimiento o ansiedad,
estas son tan solo nuestras respuestas ante hechos que no podemos, o no
queremos, gestionar. Se trata de una diferencia sustancial ya que de esta forma
podrás separar el acontecimiento de tu reacción ante este. Y darte cuenta de
que estás reaccionando ante un significado, no ante un hecho.
De hecho, en muchas
ocasiones somos nosotros mismos quienes añadimos más leña al fuego, imaginando
los peores escenarios posibles o dejando que las emociones negativas nos
sobrepasen y tomen el mando. De esta forma solo conseguimos empeorar la
situación, cuando el objetivo es lograr sentirnos mejor. En práctica,
terminamos perdiendo la perspectiva de que lo bueno y lo malo, lo negativo y lo
positivo se basa esencialmente en nuestros puntos de vista, en la forma en que
elegimos reaccionar ante ciertas situaciones.
Muchas de las situaciones
que a primera vista podemos considerar como negativas o malas, pueden ser
positivas, o al menos adquirir un carácter neutro si sabemos darles la vuelta y
sacarles partido.
Por supuesto, no se trata de
relativizar todo o de sufrir en silencio. Cuando una situación no nos gusta o
se convierte en un obstáculo para lograr nuestros objetivos, debemos intentar
cambiarla, pero si no podemos, chocar continuamente contra un muro no servirá
más que para hacernos daño. Si no podemos derrumbar esa pared, es mejor que
aprendamos a sacarle provecho.
Para lograrlo, es importante
tener claro que todo depende de la interpretación, la cual está determinada por
nuestras experiencias, expectativas y las emociones que nos están embargando.
Sin embargo, lo que estamos viendo no es la única realidad, sino tan solo una
faceta de esta. Nuestra reacción ante la situación será la versión final. Por
tanto, enfócate en buscar soluciones, no en quejarte.
Recuerda que la vida no es
como quieres que sea, muchas veces es caprichosa e inesperada. Seguirá poniendo
problemas a tu paso, así como nuevas oportunidades. Tú eliges si quieres ser
una víctima o si prefieres tomar las riendas y aprender a cada paso.
Después de todo, recuerda
que nada es para siempre. Si algo te disgusta, intenta cambiarlo, si no puedes,
no te tortures y cambia tu actitud. Aprende a abrazar la vida, con todo lo que
ello conlleva.
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Gracias amigos por compartir este interesante articulo
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