Solemos resistirnos a lo que
nos acontece, tendemos a negarlo, a poner rígidos e incómodos ante lo que
estamos viviendo, generando de esta manera la imposibilidad de fluir con cada
situación, de obtener el aprendizaje que necesitamos. Nada de lo que nos ocurre
llega para ser vivido por casualidad y el hecho de aceptar nos permite adoptar
la mejor actitud posible ante lo que nos ocurre.
La aceptación nada tiene que
ver con resignación, o con sentarnos a esperar a que los escenarios cambien sin
hacer nada, o acostarnos en la vía del tren y aceptar lo peor. La aceptación es
entender nuestro alcance, estar conscientes de que es un tránsito y que en la
medida que nos resistamos más intenso lo haremos, más desgastante será y más
nos consumirá.
Cuando vemos las situaciones
y las vivimos desde la perspectiva de que las hemos seleccionado de una manera
u otra, para nuestro crecimiento, para nuestra transformación, nos resulta más
sencillo entenderla y sacar de ella el mayor provecho. Puede ser que a corto
plazo no nos resulte evidente su utilidad, pero el tiempo siempre se encarga de
darle explicación a cada experiencia, por eso es que dicen que los puntos solo
pueden unirse hacia atrás.
Si sentimos angustia, miedo,
dolor, celos o cualquier sentimiento o emoción que consideramos negativa y nos
tomamos un minuto para concientizar y observar eso que sentimos, dejamos de
identificarnos y sencillamente pensamos que esa experiencia la hemos elegido
nosotros mismos, la sensación es liberadora, pasa de ser algo que no sabemos
controlar a algo que nos generará un beneficio, no ha sido algo al azar, no ha
sido algo impuesto, sino de alguna manera decidimos ubicarnos de cara a esa
experiencia para nuestro crecimiento.
Y a partir de ese momento de
reconocimiento, todo fluye, como cuando el río bordea la roca que está en su
camino, como cuando el árbol se adapta al movimiento del viento, como las nubes
se separan ante una montaña. La naturaleza nos dice cómo actuar para seguir
adelante, nos dice cómo flexibilizarnos y cómo evitar nuestras fracturas o
estancamiento. Allí hay mucha sabiduría para inspirarnos, solo hace falta ver.
Demos pausa a nuestros
pensamientos, no nos encadenemos con ellos, ni nos sometamos a su
voluntariedad. Tomemos el control desde nuestra esencia y desde allí fluyamos
con cada experiencia, sin etiquetarla, sin decirnos a nosotros mismos esto es
bueno o malo, solo tratemos de ver el lado amable, aprender pronto, recordando
que todo, absolutamente todo es transitorio.
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