No hay
nada más agotador que escuchar a una persona criticar y malmeter contra todo lo
que se mueve. Además, vivir rodeados de este peculiar
negativismo nos acaba haciendo sentir fatal, pues las palabras y las actitudes
de un criticón son como virus que se adentran en nuestra mente y la devastan.
De las
personas habituadas a criticar es mejor alejarse, pues nos intoxican y nos ahogan
de tal manera que hacen que nos desequilibremos. El precio de vivir en
tranquilidad es incalculable, por eso no debemos permitir que nadie vulnere
nuestro espacio físico y psicológico.
Uno de los mejores indicios de la pobreza emocional y
vital de una persona es que dedique su tiempo y esfuerzo a criticar a los
demás.
La gente feliz no
habla mal de los demás
¿Cuánto tiempo inviertes al
día en escuchar criticar a los demás? ¿Mucho? ¿Poco? Pues es hora de dar un
paso a un lado y apartarte de ciertas situaciones o personas. Están haciendo
peligrar tu bienestar y tu equilibrio emocional.
Por eso, dedica tu tiempo a mejorarte a ti y a tu
entorno. Esto te servirá para dos cosas: mantener una actitud saludable ante la
vida y predicar con el ejemplo.
Es decir, si en vez de señalar a los demás nos preocupáramos por
corregir los errores que nos pertenecen, alcanzaríamos el mayor nivel de
bienestar emocional existente.
Por eso, debemos superarnos en el
orden personal, así ganaremos en sinceridad y en respeto tanto como en
humildad, generosidad y honradez.
No somos perfectos ni
debemos pretender serlo, pero sí que es importante mantener una actitud de
mejora constante que nos ofrezca la posibilidad de vivir nuestra vida sin
someternos a los estados emocionales ajenos.
Lo que otras
personas piensen de ti es su realidad, no la tuya
Hay personas que dan su
opinión sobre nosotros, sobre nuestra vida, sobre nuestras decisiones o sobre
cualquier cuestión de su entorno. Lo hacen aunque nadie se la haya pedido. Suelen
ser opiniones malintencionadas o carentes de todo criterio cuyo único objetivo
es hacer daño, menospreciar y disfrutar del pesar ajeno.
Generalmente, las personas que critican tienen baja autoestima y no
se aceptan a sí mismas, por lo que difícilmente puede aceptar a los demás. Estas
personas ponen etiquetas que reflejan la realidad de cómo se sienten ellas
mismas, proyectando así sus dificultades emocionales.
Las personas más infelices en este mundo son las
personas que se preocupan demasiado por lo que piensen los demás.
El daño emocional de
las críticas
Empieza a curar tu herida
emocional teniendo claro que cada uno de nosotros es único y excepcional. Para
vivir no necesitas la opinión de nadie. De hecho, eres una persona adulta que,
en sus plenas facultades, puede tomar decisiones por sí misma.
Haz que sean tus emociones y
tus sentimientos las que valgan, piérdele el miedo a sentir y piensa por ti
mismo. Escuchar críticas y chismes de manera constante satura a cualquiera,
pero no eres tú quien está haciéndolo.
“No le pongas atención a las cosas que hacen o dejan
de hacer los demás, presta atención a lo que tú haces o dejas de hacer.”
-Buda-
No te olvides de que las
críticas sin fundamento llevan consigo una gran pobreza emocional en el mundo
interno de quien las realiza. Si la persona no se deja enriquecer, si vive
aislada en sus resentimientos y no permite ningún tipo de ayuda, te conviene
ser emocionalmente egoísta. Aléjate, mantente
feliz y protege tu vida interior.
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