Muchas personas podemos
contar de algún amor imposible, que se ubicó en nuestro pasado o forma parte de
nuestro presente, pero que estamos seguros que nunca formarán parte de nuestro
futuro.
Es fácil dejarnos llevar por
fuertes sentimientos, pero cuando ellos no pueden ser correspondidos o cuando
existe alguna limitación de fuerza mayor que no permita que ese amor se
concrete y podamos establecer una relación de pareja sana, pues sencillamente
lo mejor que podemos hacer es dejar las esperanzas a un lado y permitirnos la
felicidad de otra manera.
Cuando no nos aman, cuando
esa persona tiene una vida en la cual no tenemos cabida o al menos no una que
nos satisfaga, cuando la distancia no la podemos acortar, cuando nuestro amor
ha decidido rehacer su vida, o sencillamente sabemos desde el fondo de nuestro
corazón, eso no será más que un amor frustrado o un amor imposible, es momento
de que la razón tome el control y comencemos conscientemente a dirigirnos a un
puerto seguro para nuestro corazón.
En esos amores imposibles, la esperanza es lo primero
que hay que perder! Walter Risso
No está mal guardar un
espacio especial para alguna persona aunque sepamos que no estará en nuestra
vida como lo deseamos, podemos guardar recuerdos, llenarnos de nostalgia en
algunos momentos, idealizar, imaginar, pero nada de esto debe ser capaz de limitarnos
nuestras posibilidades, de paralizarnos o de dejarnos ciegos ante lo que
tenemos disponible para realmente ser felices.
Debemos acotar todo lo que
nos haga daño, aprender a darle a cada cosa el valor que merece y la posición
que debe ocupar en nuestras vidas, cuidando siempre nuestra integridad. Nuestra
mente es muy particular y puede engancharse a un amor imposible de una manera
realmente nociva para nosotros y hacernos pensar inclusive que es nuestro
corazón inclusive el que no logra desprenderse.
Cuando nos damos la tarea de
idealizar, podemos colocar a una persona en una posición tan elevada gracias a
nuestra imaginación que a cualquiera le resulte imposible siquiera mirar tan
alto y con ello podemos estar condenando antes del juicio a cualquier amor
potencial que sí sea posible, que sí pueda materializarse y darle a nuestra
vida un sentido diferente.
A veces a los amores
imposibles los tratamos como a las personas que han fallecido… Nunca decimos
nada malo de ellos, salen a la luz solo sus virtudes, reconocemos sus acciones,
justificamos sus errores y quisiéramos tenernos a nuestro lado… Pero debemos
humanizar a esas personas, en lugar de endiosarlas, de esa manera será más
sencillo darle a nuestra vida lo que se merece.
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