Se dice que los ojos son la
“ventana del alma”, que cuando miramos a los ojos a alguien podemos ver su
esencia. Y lo cierto es que esta afirmación no anda muy desacertada ya que los
ojos brindan muchísima información sobre el estado emocional.
Cuando las personas se
sienten tristes o preocupadas, se les surca la frente, lo cual hace que sus
ojos parezcan más pequeños. Sin embargo, cuando están alegres, decimos que sus
ojos brillan, lo cual se debe a que esta emoción hace que levanten las cejas, de
manera que los ojos parecen más grandes y brillantes.
Además, podemos distinguir
una sonrisa verdadera, conocida como la “sonrisa de Duchenne”, de una falsa
simplemente mirando a los ojos de la persona. De hecho, los movimientos de la
boca son fáciles de imitar, lo hacemos continuamente por cortesía, pero los
ojos no mienten: cuando somos verdaderamente felices, no solo sonreímos sino
también arrugamos las esquinas de los ojos, formando lo que se conoce como
"patas de gallo". Sin embargo, cuando las personas fingen una
sonrisa, generalmente se olvidan de sus ojos, que permanecen inexpresivos.
Lo que dicen las
pupilas, los movimientos oculares y el parpadeo
Si el ojo es la ventana
hacia el alma, la pupila es, literalmente, una abertura en el ojo. La pupila
actúa como la apertura de una cámara, dilatándose o contrayéndose para regular
la cantidad de luz que entra al ojo. Por eso, nuestras pupilas se contraen ante
la luz y aumentan de tamaño en la oscuridad.
Sin embargo, las pupilas no
solo reaccionan ante la luz sino que también son una expresión de nuestras
emociones e intenciones. De hecho, las pupilas también se dilatan cuando
estamos excitados, lo cual se debe a que nuestro organismo pone en marcha una
red de alarma, en la que interviene el sistema nervioso autónomo que nos
prepara para reaccionar cuando detectamos una amenaza o una oportunidad en
nuestro medio.Por eso, se considera que la dilatación de la pupila es una muestra
genuina de interés sexual.
Sin embargo, las pupilas
también se dilatan como respuesta a un estímulo que llame nuestra atención.
Cuando estamos explorando el entorno, por ejemplo, las pupilas se dilatan para
captar la mayor cantidad de información visual posible. Por eso, la dilatación
de las pupilas se considera una señal de un fuerte interés, incluso en una
conversación.
No obstante, las pupilas no
son las únicas que brindan información. Los movimientos de los ojos también son
importantes. De hecho, un estudio desarrollado en la Universidad Estatal de
Arizona desveló que las personas curiosas mueven mucho más los ojos. Estos
psicólogos evaluaron el nivel de curiosidad de los participantes, entendida
como el deseo de adquirir nuevos conocimientos y vivir nuevas experiencias.
Luego les pidieron que vieran una serie de imágenes, mientras rastreaban sus
movimientos oculares. Así apreciaron que las personas más curiosas también eran
aquellas que realizaban más movimientos oculares en la búsqueda constante de
información.
Incluso el parpadeo puede
revelar información sobre nosotros. En este sentido, psicólogos de la
Universidad de Portsmouth descubrieron que el parpadeo es una señal que puede
indicar si estamos mintiendo o no. Estos investigadores les pidieron a un grupo
de personas que contara una historia falsa y a otros que recordaran un suceso
verdadero de sus vidas. Al analizar su comportamiento descubrieron que cuando
una persona miente suele parpadear menos.
Se trata de una pista
interesante ya que normalmente abrir y cerrar los ojos repetidamente se
considera una señal de nerviosismo pero mantener los ojos abiertos durante un
periodo de tiempo más largo es señal de que estamos sometidos a una gran carga
cognitiva. De hecho, cuando tenemos que mentir nuestro cerebro puede sufrir una
sobrecarga cognitiva, lo cual le impide mantener el mismo grado de control
sobre diferentes funciones que normalmente ocurren de manera automática.
Por tanto, ahora ya sabes
que los ojos sí pueden ser la ventana al alma, o al menos un resquicio que
revela una parte de nosotros y nos descubre una parte de los demás. Y que el
escritor británico G. K. Chesterton no andaba desacertado al afirmar que
"hay un camino entre los ojos y el corazón que no pasa por el
intelecto".
Este articulo fue realizado gracias a rinconpsicologia.com Si deseas seguir leyendo artículos de tu interés sigue explorando el sitio.
Fuentes:
Mathôt, S. & Van der
Stigchel, S. (2015) New light on the mind’s eye: the pupillary light response
as active vision. Current Directions in Psychological Science; 24: 374-378.
Risko, E. F. et. Al. (2012)
Curious eyes: Individual differences in personality predict eye movement
behavior in scene-viewing. Cognition; 122(1): 86–90.
Mann, S.; Vrij, A. &
Bull, R. (2002) Suspects, Lies, and Videotape: An Analysis of Authentic
High-Stake Liars. Law and Human Behavior; 26(3): 365-376.
Comentarios
Publicar un comentario