No existe peor distancia que la falta de interés

Ciertamente dos personas pueden alejarse por múltiples razones, tanto a nivel físico como a nivel sentimental y emocional, pero ninguna resulta tan marcada como la distancia generada por el desinterés de una o ambas partes.
Lo que nos mantiene unidos no es tener más tiempo para dedicárselo a la otra persona, es tener más interés. Cuando este no existe o se ha perdido, la disposición para la atención, para la dedicación se anula, comienzan las excusas, comienzan a establecerse otras prioridades, comienza el desgano y hasta el fastidio por compartir o hacer algo específico por la otra persona.


El interés se puede recobrar, pero hace falta mucha disposición para ello, hace falta invertir de manera consciente nuestras energías en el asunto, desde la premisa de la recuperación, porque cuando se enfoca el escenario desde el punto de partida de que ya necesitamos algo diferente, de que lo que vivimos junto a alguien no nos satisface, o sencillamente desde el punto de vista de que preferimos estar solos, pues cuesta mucho trabajo retomar el interés, siempre se verá el lado negativo y la actitud no será la necesaria para los cambios necesarios.
Evidentemente debe haber cambios en ambas partes, pero los cambios principales deben producirse en quien ha perdido el interés y debe comenzar por el enfoque de la relación, estando la otra parte consciente de que debe colaborar en recobrar ese interés, quizás se han dejado de hacer muchas cosas que antes agradaban, se ha caído en la monotonía, se ha descuidado la relación, se le ha dado prioridad a otras cosas, se ha dado por sentado el afecto y esto ha contribuido al desinterés de la otra persona y quizás en el propio.

Cuando ambas personas han perdido el interés la pendiente se vuelve más inclinada, ya la excusa de uno es agradecida por el otro y la dinámica lleva normalmente a la separación o a un estado de resignación donde se está juntos, pero sin ningún tipo de gratificación o estímulo y como una especie de tortura deciden estar así por tiempo indefinido, sin importarles mucho la relación o su dirección, actuando de manera inerte.

Las relaciones deben recibir aporte de las partes que la contengan, se debe mantener conscientemente vivo el interés, se debe cuidar. En caso de que alguien sencillamente no esté dispuesto a colocarnos dentro de sus prioridades, no tiene mucho sentido conformarnos con poco. Estar solos o en mejor compañía, siempre será mejor inversión que estar con alguien o detrás de alguien que no demuestra interés de estar con nosotros.

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