A todos nos sensibiliza la
idea de que se termine un año calendario, la cercanía de las campanadas, la
nostalgia de muchos o la alegría excesiva de otros, el hecho de saber que
finaliza un año, con todas sus vivencias, experiencias, pérdidas, ganancias y
aprendizajes, el caso es que cuando se acerca ese final, llegan los recuerdos y
el conteo de todo lo que ese año dejó y se llevó de nuestra vida.
Todos venimos al mundo con las manos vacías. Cuanto
adquirimos después es ganancia. Salustio.
Curiosamente, esta
sensibilidad nos hace un poco más conscientes de nuestra existencia, de nuestra
humanidad, nos hace mas solidarios y más compasivos, quizás hubiera sido
bastante provechoso haberlo practicado durante todo el año, pero son estos
momentos los que nos permiten renacer ese sentimiento de que no estamos solos
en este mundo que nos tocó habitar.
Todos tenemos una balanza
que hacer cuando se termina el año, no debemos esperar hasta el último momento
para hacer una introspección de lo que ganamos o perdimos durante ese año
transcurrido, todo lo que acontece en nuestras vidas es un aprendizaje, por
dolor o por alegría, por triunfo o fracaso, por nuevas compañías o personas que
nos abandonan materialmente, siempre es una emoción que queda sembrada en el
alma.
Las ilusiones perdidas, son verdades halladas. Eduard
Douwes Dekker
Cuando miramos atrás, nos
daremos cuenta de los errores que cometimos, de las decisiones que debieron ser
distintas y de aquello que no nos atrevimos a hacer, quisiéramos cambiar cosas,
agregar otras y jamás haber tenido que pasar por ciertos momentos, sin embargo,
algo muy cierto, es que debemos tener la voluntad de agradecer…
El
agradecimiento trae apertura, aceptación, representa la libertad de poder
lidiar con aquello que nos tocó vivir, agradecer por lo ganado,
por aquello que sumamos a nuestras vidas y que nos dio alegría, regocijo y
motivación, pero lo perdido, aunque cause dolor, también tiene una gran
motivación en nuestra vida, muchas veces hasta más que aquello que nos causa
alegría, las pérdidas tocan la parte más profunda y sensata de nuestra alma,
elevan nuestra intuición y despiertan la sabiduría, pues indudablemente, el
sufrimiento es una manera más rápida y directa de que surja la necesidad de
conectarse con esa luz interior que nos sirve de aliciente para tolerar cada
peldaño de nuestra existencia.
A los que tienen paciencia, las perdidas se les
convierten en ganancias, los trabajos en merecimientos y las batallas en
coronas. Luis De Granada.
Sea cual sea tu experiencia
en este año que se marcha, agradece,
por cada persona que paso por tu camino, por los que se quedaron y los que
continuaron, por los instantes de felicidad que pudiste experimentar y por cada
lágrima derramada que te hizo más fuerte, pero sobre todo más humano.
Agradece cada oportunidad
que llegó con cada nuevo día, las sonrisas, las miradas, las caricias, los
gestos, lo que conservaste de este año y lo que dejaste ir…pero especialmente
debes prepararte, en agradecimiento, para recibir todo aquello que te depara un
nuevo comienzo, que más allá de ser un año más en el calendario, es un nuevo
inicio, un nuevo amanecer.
Aprovecha esa sensibilidad
que llega con las despedidas y agradece por tu vida, por lo que tienes y lo que
indudablemente debió irse, pues pase lo que pase, la vida continúa y siempre da
una nueva oportunidad a cada vida…
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