En ocasiones la madurez
llega con los años, pero otras lo hace con los daños, y maduramos a base de
decepciones y caídas. No obstante, todo ello nos ayuda a crecer Niña con
mariposas alrededor y los ojos cerrados
Madurar es ser feliz
sabiendo que no todo es perfecto. Es crecer con aprendizajes, avanzar,
evolucionar con la vida y conocer los ritmos que se pueden llevar para elegir
uno.
Es subir montañas y
confrontar vivencias, fortalecernos con los sentimientos de vernos en la
obligación de tener que lidiar con el malestar es una fuente de aprendizaje,
cambio y crecimiento.
Con el tiempo aprendes que
no hay amor más poderoso que el propio y que este es la base de nuestra
habilidad ante la vida. Porque querernos supone nuestro punto de apoyo, nuestra
muleta para levantarnos de cualquier caída y que nuestras fracturas duelan
menos.
La madurez emocional es un
campo de crecimiento que se abona con los años y con los daños. En este último
sentido, es curioso cómo crecemos particularmente en los momentos de mayor
complicación y sufrimiento.
En la época de los manuales
para casi todo, nos hace falta un “Manual de vida para madurar” e ir creciendo
entre la multitud de mensajes que nos indican lo que tenemos y lo que no
tenemos que ser, así como lo que tenemos y lo que no tenemos que lograr.
Sin embargo, aunque hubiera
un libro que se titulase “Manual de vida para madurar”, realmente no hay
fórmulas mágicas para hacerlo. Cada uno tiene su ritmo y su punto álgido, por
lo que no hay algoritmo que pueda determinar cómo una persona tiene que o va a
crecer.
“Madurez es lo que alcanzo
cuando ya no tengo necesidad de juzgar ni culpar a nada ni a nadie de lo que me
sucede”
-Anthony de Mello-
Algunas señales de madurez
emocional
Generalmente llega un
momento en el nuestro propio recorrido emocional nos hace plantearnos cuál es
la calidad del camino que hemos ido conformando. ¿Cuáles son las señales que
nos indican nuestra evolución emocional?
Saber decir adiós
Las personas emocionalmente
maduras saben que la vida es mucho mejor si se vive en libertad. Así que dejan
marchar lo que ya no les pertenece, pues comprenden que mirar al pasado nos
impide cerrar etapas y cicatrizar nuestras heridas emocionales.
Fluir con la vida y limpiar
el dolor emocional
Cuando hemos aprendido lo
suficiente de nuestro dolor, quitamos el miedo de mirar hacia nuestro interior
para sanar nuestro pasado emocional y subir un nuevo escalón en la vida.
Conocer lo que se piensa y
se siente y poder hablar de ello
Dejando de revisar nuestro
interior no conseguimos escapar de él, sino permitir que lo negativo de nuestro
pasado maneje a su antojo nuestra vida presente. Y esto, por supuesto, resta
espacio a lo positivo y, además, duele. Duele mucho.
La claridad mental de las
personas maduras contrasta con la pereza y el caos constante de las personas
que no han alcanzado este punto de madurez.
Por eso, la madurez mental ayuda a resolver problemas de la vida cotidiana de manera eficaz.
Dejar de quejarse
Las personas maduras han aprendido que o cambiamos o aceptamos,
pero que no sirve de nada quejarse.
Empatizar con los demás sin
sentirse abrumadas
Las personas maduras son
capaces de gobernar y manejar sus emociones y las que les contagian.
No castigarse por cometer
errores
Los errores son la mejor
manera de aprender, pues nos ayudan a comprender aquello en lo que fallamos.
Por eso, las personas maduras no se castigan por sus limitaciones, sino que
procuran trabajar para mejorarlas.
Apertura emocional
Cuando evolucionas te das
cuenta de que las corazas solo dificultan el avance. Puede que ponernos
barreras sea útil en algún momento, pero lo importante es que nos las quitemos
a tiempo.
Las personas maduras
disfrutan tanto del tiempo en soledad como del tiempo compartido
El texto que os vamos a
presentar más abajo se atribuye a Charles Chaplin. Sea o no esta su autoría, es
un bello reflejo de las idas y venidas que supone caminar por la vida, madurar
y cambiar.
Ya perdoné errores casi
imperdonables. Trate de sustituir personas insustituibles, de olvidar personas
inolvidables. Ya hice cosas por impulso.
Ya me decepcioné con algunas personas, mas también yo decepcioné a alguien.
Ya abracé para proteger. Ya
me reí cuando no podía. Ya hice amigos eternos. Ya amé y fui amado, pero
también fui rechazado. Ya fui amado y no supe amar.
Ya grité y salté de
felicidad. Ya viví de amor e hice
juramentos eternos, pero también los he roto y muchos.
Ya lloré escuchando música y
viendo fotos. Ya llamé solo para escuchar una voz. Ya me enamoré por una sonrisa. Ya pensé que
iba a morir de tanta nostalgia…
Tuve miedo de perder a
alguien especial (y termine perdiéndolo) ¡pero sobreviví!
¡Y todavía vivo!
Yo ya no paso por la vida. Y
tú tampoco deberías dejarla pasar…
¡¡¡VIVE!!!
Bueno es ir a la lucha con
determinación, abrazar la vida y vivir con pasión. Perder con clase y vencer
con osadía, porque el mundo pertenece a quien se atreve y la vida es mucho más
para ser insignificante.
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