Lo mejor de la vida no
atiende a planes o programaciones. La
mayoría de las veces basta con dejarnos llevar, con permitir que las cosas
sucedan por sí mismas, con la sutileza de la casualidad, con la
apertura de quien es humilde y no espera nada, pero en verdad… lo sueña todo.
Es posible que ya hayas oído
hablar de la ley de la atracción. Según este principio, las personas deberíamos
ser capaces de conseguir o de llegar a ser aquello que deseamos gracias a esas
unidades energéticas que se emanan de nuestros propios pensamientos y
emociones.
Bajo esta perspectiva
entraría pues esa famosa frase de “te conviertes en lo que piensas” y de que en
el Universo existe una especie de ley de atracción donde el propio pensamiento
nos hace alcanzar nuestros objetivos. Bien, no es nuestro propósito criticar o
defender este enfoque, porque en realidad, las cosas pueden llegar a ser mucho
más sencillas.
Dejando a un lado esa especie de atracción
mente-universo, podríamos decir que la vida, es un maravilloso cúmulo de
casualidades donde la felicidad puede esconderse en cualquier esquina, en
cualquier rincón. No obstante, no todos pueden ser lo bastante receptivos para
poder verlo, para dejarse llevar.
No es
cosa de magia, sino de apertura, de querer ver, de salir de la zona de confort
y de abrir esas puertas interiores que todos tenemos
para permitirnos segundas oportunidades. Si uno se conciencia de que merece ser
feliz, ya está haciendo algo grandioso por sí mismo.
Se está “reconociendo”, está
nutriendo ese vínculo y esa autoestima donde las cosas pueden empezar a ser
mucho más fáciles. Porque la vida no se planea y en muchas ocasiones se empeña
en llevarle la contraria a los planes que hemos hecho con toda nuestra ilusión.
La vida simplemente sucede y hay que subirse a ese
tren para experimentarla al máximo.
1. Conviértete
primero en aquello que buscas
Puede que sueñes con
encontrar a la pareja perfecta. A esa persona que acompañe tus días con cariño,
que sea cómplice de tus deseos y proyectos, amante de tus sonrisas y el refugio
de tus abrazos. Sabes cómo te gustaría que fuera, una persona madura
emocionalmente, divertida, comprensiva, dialogante, humilde y sin miedos
habitando en sus vacíos.
Así pues, ¿Qué te parece si
en lugar de “soñarla” alcanzas tú primero todas esas dimensiones que deseas en
la persona amada? Conviértete en alguien con quien valga la pena pasar una vida
entera. Sé aquel o aquella que sueñas, porque si tú te sientes bien en cómo
eres, la felicidad que aportes a quien esté a tu lado será más completa.
2. Aprende a
permitirte lo que mereces, para que llegue lo que necesitas
No, no estamos hablando de
la ley de la atracción. Es algo mucho más sencillo. Piensa por ejemplo en esas
personas que han vivido un fracaso afectivo y que deciden cerrar las puertas de
su corazón. Y aún más, construyen una coraza a su alrededor y viven de la desconfianza,
del resentimiento.
Nadie merece vivir así, aún
menos en una cárcel que uno mismo se crea. La clave está en empezar a derribar
muros interiores: yo merezco ser feliz, yo merezco tiempo para mí, merezco
disfrutar de mis aficiones, salir al mundo, merezco reír y verme bien.
Cuando
uno se gratifica a sí mismo y se aporta lo que en verdad merece, vuelve a
abrirse al mundo, vuelve a ser más receptivo con lo que le
rodea, con lo que le envuelve. Hasta que al final, cuando menos lo esperamos,
la vida le trae aquello que necesita.
¿Es magia? ¿Son las cuerdas
invisibles del Universo? No, es mantener el optimismo, ser receptivos y
mantener una apertura mental y emocional.
3. Cuidado con las
altas expectativas, basta con dejarse llevar
Cuidado con los castillos de
naipes, con “nuestra felicidad es para siempre” y el “nadie volverá a hacerme
daño”. Es imposible
alcanzar la invulnerabilidad emocional y una vida de cuento donde cada sueño se
cumple porque así está escrito.
La vida no tiene riendas,
nadie puede controlar lo que va a pasar mañana ni aún menos podemos planear
objetivos inalcanzables. Soñar no es malo, en absoluto, alimente nuestra
ilusión y por extensión la fuerza y los recursos que empleamos para conseguir
nuestros objetivos. No obstante, hay que ser humildes y aprender a dejarnos
llevar, con más flexibilidad.
Ahora bien “el dejarnos
llevar” no significa en absoluto poner el piloto automático y permitir que las
cosas sucedan de la forma que quiera el azar o la inercia. Todos llevamos el
timón de nuestras vidas y sabemos qué rumbo tomar, y guiaremos nuestros días
capeando vientos y tormentas. Con fuerza y entereza.
PERO RECUERDA… déjate llevar por los vientos suaves,
sal de tu zona de confort y avanza por esas islas desconocidas, mantén la mente
abierta, los ojos despiertos y el corazón receptivo. La vida no se planea,
simplemente sucede, pero las casualidades hay que saberlas ver porque en
ocasiones, LA VIDA NO ES ESPECIALISTA EN DAR SEGUNDAS OPORTUNIDADES…
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