Las palabras y los silencios, pueden lastimar más que los golpes

El maltrato en cualquiera de sus formas debe ser evitado, es una forma de violencia que atenta contra la salud física y emocional de quien lo recibe y sus heridas pueden tatuarse tanto en la piel  como en el corazón.
El maltrato es el arma de quien no tiene muchos recursos para interactuar, intenta doblegar y hacer sentir menos e indefensos a quienes ataca, una palabra con contenido ofensivo o hiriente, un gesto, ignorar, golpear, son solo algunas de las demostraciones donde el maltrato toma forma.

Quien maltrata normalmente manipula a través de sus actos, exige control, exige sumisión, no tolera en el otro la luz, la grandeza, la competencia, la alegría, refleja desde su interior cómo quiere ver el mundo y como el maltratador tiene mucha oscuridad por dentro, intentará por todas las vías apagar la luz en quienes le rodean.

El maltratador puede percibirse a distancia, una sola interacción puede bastar, sin embargo son las personas más allegadas las que normalmente son abusadas y sometidas al maltrato.

Los golpes físicos, dejan huellas en la piel, sin embargo siempre vienen acompañados con un contenido psicológico asociado, por lo que esta persona tendrá que superar y sanar ambas heridas.

Cuando se trata de la violencia verbal, o bien su representación silenciosa, aquella que refleja ignorar a quien acude al maltratador, se debe estar muy alerta, porque como no deja una huella visible, muchas veces la persona maltratada está tan desencajada, vive una realidad distorsionada por su agresor y puede inclusive no darse cuenta del daño al que está siendo sometida.


El maltrato silente, el que no se acompaña de palizas, sino de Silencios, miradas, reproches… te hunde hasta lo más profundo, te anula, te humilla… Y lo peor, nadie se da cuenta.

El maltrato no físico se caracteriza por intentar lograr quebrar la moral y la autoestima de quien la recibe, suelen ser éstas las personas más indefensas o haberse vuelto indefensas con el transcurrir del tiempo.

En el caso de los niños, esto dejará huella casi imborrable en su desarrollo, tendrá patrones de conductas distorsionados y le costará entender la vida fuera del maltrato. Es muy frecuente que las personas que fueron reprimidas y maltratadas durante su infancia, resulten en adultos con propensión a maltratar o al menos a convivir con la violencia en alguna de sus formas presentes, llegando en el peor escenario a tener perfiles criminales.

En el caso del maltrato recibido durante la adultez, puede incluso estar disfrazado de amor, puede la persona afecta llegar a pensar que es merecedora de ese maltrato y normalmente se produce de manera tan paulatina que no da la oportunidad de tomar acciones tempranas, sino que por lo general cuando se toman medidas al respecto ya existe un daño considerable.

Todo lo que alguien le hace a otro, aún “sin intención”, que lo perjudique o lo dañe, es un tipo de maltrato y debe resolverse a tiempo. Nadie merece ningún tipo de maltrato y para mantener una vida sana es necesario aplicar ciertos filtros que no sea posible negociar. La violencia siempre viene a más, por lo que lo más sano por lo general resulta marcar la retirada en todos los casos en los cuales sea posible.

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