Cuando hablamos de grandeza,
podemos abarcar muchos ámbitos, de poder, de dinero, de alcance, de tamaño, sin
embargo la grandeza humana solo se mide a través de nuestra esencia, de los
sentimientos, de lo que llevamos dentro y somos capaces de dar a todo el que se
cruce por nuestro camino.
A una persona la podemos
considerar grande cuando entiende de humildad, cuando sabe dar sin estar atento
a lo que va a recibir, cuando su prioridad no es solo su bienestar, sino el
bienestar de la mayoría de las personas que forman parte de su vida.
Cuanto más grandes somos en humildad, tanto más cerca
estamos de la grandeza. ― Rabindranath Tagore.
La calidad humana, altamente
vinculada con la grandeza en uno de los extremos de la escala, da a entender un
conocimiento diferente, una visión de la vida más clara. Observan los problemas
con propiedad y seguridad de que no son limitaciones y que en la vida se avanza
hacia adelante sin perder nunca el disfrute del trayecto.
Las personas grandes de
corazón suelen perdonar con prontitud, parecen muy conscientes de la pesada
carga del resentimiento, de la culpa, del rencor, además de ser altamente
empáticos y comprensivos, lo que por lo general da como resultado un paliativo
de los daños generados.
Este tipo de personas por lo
general encuentra solución a las adversidades de un forma que lo hace ver sencillo,
y es su pensamiento positivo y su buena vibra lo que le ayuda a manifestar
múltiples vías de salida a sus conflictos.
Por lo general a las grandes
personas no las paraliza el miedo y siempre llevan en su interior esa fuerza
que parece sobrenatural, tienen una gran capacidad de arriesgarse y en caso de
perder, levantarse para continuar las veces que haga falta.
Muchas veces esa misma
grandeza es la respuesta que ellas tienen ante una vida que no necesariamente
ha sido sonriente, sino por el contrario, ha sido dura, retadora e inclusive
injusta. Y el entender la vida, más allá de los obstáculos, más allá de lo que
se quiere, más allá de los pesares y las lágrimas, es el punto de partida para
esa apertura de corazón, desde donde emana lo mejor de estas personas.
Sólo cuando un hombre ha sido vencido puede
descubrirse su verdadera grandeza. ― Herman Melville.
La grandeza está en todos,
solo que solo algunos logran conectarse con su esencia y el ego es quien
protagoniza sus vidas, pero una vez que se abren los ojos del alma, no es
posible sentir como se solía hacer.
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