El tiempo no se detiene, deja de postergar lo que te hace feliz

No sé si a ustedes les pasa lo mismo, pero mi percepción del transcurrir del tiempo es diferente, este año ha transcurrido volando, y quizás el año anterior hay sido igual, y el anterior a ése… Sí, puede ser cierto, agarramos un reloj de alta precisión y un día contiene exactamente los mismos segundos, pero por su relatividad podemos tener la impresión de que esos minutos, esas horas… esos años están transcurriendo de manera acelerada.
Lo que hacemos con nuestro tiempo es lo que marca la diferencia, cuando éramos niños, el transcurrir de un año escolar era eterno, esperar nuestros siguiente cumpleaños era una vida entera, mientras que a medida que pasan los años, toda pasa de manera fugaz y aun cuando nos damos cuenta de que este recurso tan valioso e irrecuperable se nos va de las manos, no decidimos hacer una redistribución que nos permita vivir la vida como la queremos.

Postergamos las cosas realmente importantes por aquellas que consideramos necesarias, postergamos jugar con nuestros hijos porque aún no terminamos de trabajar, postergamos reunirnos con amigos, postergamos una tarde para nosotros mismos leyendo un buen libro, hasta postergamos unos minutos para meditar porque siempre consideramos que hay cosas que son necesarias y les damos la connotación de urgentes.


A medida que pasa el tiempo la consciencia de lo que hemos hecho con nuestros días nos puede llegar a atormentar, vemos cómo han transcurrido los días sin mucha variación entre ellos, cómo nos hemos alejado de nuestros afectos, vemos el mapamundi y observamos todos los sitios que probablemente ya no tengamos tiempo para conocer, vemos los sueños no cumplidos con nostalgia, y aun así, no tomamos medidas para aprovechar el tiempo que nos queda, nos lamentamos y no tomamos acciones.

Evaluemos para qué estamos acá, cuál es nuestro propósito y qué nos llevaremos, qué gustos nos damos, para qué ahorramos dinero, evaluemos cómo vivimos y qué es lo que nos limita… qué hemos hecho que nos haga felices, a quién dedicamos lo mejor de nosotros y no lo que nos sobra.

Esta oportunidad es única, no desvirtuemos la finalidad de ella, estamos acá para disfrutar, para amar y ser amados, para apreciar la belleza del momento presente, para abrazarnos, para trabajar por nuestros sueños, para escalar por encima de las adversidades, no estamos acá para postergar, dejemos atrás la costumbre de luego lo llamo, luego lo abrazo, luego leeré ese libro, luego haré ejercicios, luego tomaré clases de pintura o de danza… quizás ese “luego” jamás llegue, por no decir que es lo más probable.

Hagamos una reestructuración de nuestra vida, de nuestro tiempo, descubramos qué nos hace vibrar, que nos llena de energía y nos hace sonreír el alma, no podemos volver atrás, no podemos parar el tiempo, pero sí podemos decidir qué hacer con el que nos quede.

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