Muchas veces pretendemos
ocupar espacios en la vida de otras personas, que sencillamente no tienen la
intención de darnos cabida, pero tercamente queremos abrirnos paso, hacer caminos que nos permitan estar allí en donde
queremos estar.
La vida es una ruleta, no
todo lo que queremos es accesible o está disponible, no podemos pretender
formar parte de la vida de alguien que no está en la disposición de darnos
cabida. Esto es útil entenderlo tempranamente, no cuando vemos lo que hemos
sembrado en alguien más cómo se marchita sin cuidado ni dedicación alguna.
Cada quien debe saber darse
su lugar, la dignidad, el amor propio no puede resultar pasado por alto, si no
nos quieren, si no somos bienvenidos en la vida de alguien más, no podemos
meternos como ladrones por las ventanas de ese corazón. Debemos pretender
entrar por la puerta grande y un inmenso cartel de bienvenida para ocupar los
espacios que realmente nos quieran otorgar, de la mejor manera, con el mayor
cuidado y dedicación.
No malgastemos nuestros
esfuerzos y nuestro tiempo, dedicándoselos a personas que tienen intenciones
diferentes. Es preferible marcar una retirada digna, que quedarnos a mendigar
amor. Hay muchísimas personas que estarían dispuestas a brindarnos lo que otra
persona nos niega, hay terrenos más sencillos de conquistar, e inclusive la
soledad tiene mejor sabor que un amor a la fuerza.
Solo debemos abrir nuestros
ojos, aunque esto pueda resultar doloroso, para darnos cuenta dónde estamos
perdiendo nuestra vida y dónde realmente vale la pena invertir. Estar
enamorados es uno de los estados más placenteros que existen, pero cuando no es
correspondido, se convierte en uno de los peores tránsitos, la frustración, los
celos, el resentimiento, la pérdida del amor propio, la creencia del poco
merecimiento se hacen presentes para opacarlo todo, para hacernos sufrir y hacernos
sentir insignificantes.
No permitamos que por no
recibir lo que queremos, nos sintamos poco merecedores de amor, o incapaces de
conquistar aquello que deseamos. Algunas puertas pueden estar cerradas, pero
muchísimas más están abiertas, solo que nos negamos a verlas.
La vida es maravillosa, el
amor es estupendo, pero si giramos el timón de nuestro barco en las direcciones
equivocadas nos tocará aprender, nos tocará inclusive estrellarnos, pero
siempre estaremos en capacidad de ajustar nuestras piezas y tomar otros rumbos,
en dirección de aquello que nos permita sentirnos queridos, amados y valorados,
inclusive cuando esto solo parta de nosotros mismos.
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